martes, 7 de noviembre de 2017

Los preliminares de un esoterismo cristiano (Nikos Vardhikas)

Los preliminares de un esoterismo cristiano

El misterio de la salvación es para los que lo quieren, no para los que lo padecen
San Máximo el Confesor

Al abordar este tema, no nos proponemos proporcionar una receta de operatividad, sino solamente a delimitar las condiciones indispensables, sin que ellas garanticen un resultado. Para eso, una razón simple y real: la realización espiritual no es predetermina ni colectiva. Una vez que los medios de su reconocimiento están en su lugar, entonces el Espíritu “sopla donde  quiere”. Lo que es necesario es poder solamente, si “eso se nos da”, “tomarlo”.
Ya que el Pensamiento/Palabra de Dios ha estado en el mundo anteriormente a la Encarnación; “a los que la tomaron, dio poder devenir hijos de Dios”. El problema era mientras que “sus prójimos no lo conocieron”. El cristiano, sin embargo, dispone ahora de las “explicaciones” otorgadas por el Mesías.
Es de eso que trataremos aquí
Antes de entrar en el meollo de la cuestión, debemos una explicación a nuestros lectores. Nos dimos cuenta, un poco tarde es verdad, que nuestra posición en cuanto a la posibilidad de un esoterismo cristiano “operativo' atraía sobre nosotros y, por extensión, sobre la revista que nos acoge, de las sospechas de “filiación” intelectual completamente erróneos.
Pensábamos que estaba claramente que nuestra primera fuente para nuestros afirmaciones era la tradición cristiana; pero puesto que las sospechas existen, acabemos  una vez por todas

1.1 El error schuoniano sobre los sacramentos.

Aunque, admitiendo un carácter iniciático al bautismo y la crismación tenemos el aire de adoptar la posición schuoniana a este respecto, esta última  está  a nuestros ojos muy lejos de la verdad, al menos tal como es expresada  y explotada.
En efecto a nuestros ojos contribuye a una concepción mágica y laxista de la “vida en Cristo”, concepción que acaba por justificar “por anticipado” todo vagabundeo del exoterismo más limitado. La expresión “exo-esotérismo' es a rechazar si se entiende por eso que no hay ningún “esfuerzo” a hacer, una vez que se está bautizado, para poder “acceder” al esotérismo
La indiferencia de esta concepción para el comprensión del fin pero también del ordenamiento  mismo los sacramentos, así como su ignorancia de lo que constituye, hablando propiamente, la “tradición apostólica” son lo opuesto de la concepción cristiana oriental que nos es propia
F. Schuon rechaza, sobre la base de su concepción tiene a priorista, por ejemplo, la necesidad de la Epíclesis en la consagración de los Dones; y su definición del carácter iniciático de un rito solamente por la intención ignora completamente la posibilidad de alteración y de anulación, sobre todo en una vía como la cristiana, que es por definición, en su parte virtual, una vía de tabarruk.( favores y gracias a Dios en seres humanos, objetos, lugares o cosas)
Es sobre esta base que J. Borella, cuyo análisis propiamente teológico es correcto, afirma (a nuestro juicio sin razón) que la Iglesia no puede invalidar el sentido de sus sacramentos.
Es por tales concepciones que el exo-esoterismo deviene, a fin de cuantas una confusión entre los dos dominios, y acaba pues por justificar todo exoterismo, aunque sea el más reductor. Se tratan en realidad de una extensión ilegítima de la concepción del rito hecho “ex opere operato”
1.2 René Guénon y el Oriente cristiano
En su respuesta a esta concepción, que constituye el artículo “Cristianismo e iniciación”, R. Guénon:
-se asombra del grado al cual el cristianismo “que vemos a nuestro entorno” “ha podido” ”cambiar de carácter”;
- insiste sobre el hecho de que el famoso “descenso” del carácter iniciático se ha operada por la alteración de la comprensión de los sacramentos;
-constate que en Oriente ha permanecido desde siempre “más” de consciencia del  esoterismo cristiano, que es negado expresamente por los representantes del exoterismo en Occidente (1) y concluye que “debe” existir una iniciación cristiana oriental, que atribuye a los hesicastas -ironiza (con razón) sobre los que se imaginan ser “las excepciones”, en el marco de esta concepción “laxista” del esoterismo.
En su conjunto, es necesario decir que, desde el momento en que entendemos ( sobre todo, debido a su extensión numérica) le Catolicismo bajo el vocablo “Cristianismo”, la posición de R Guénon es no solamente más correcta que la de F Schuon, sino es también menos peligrosa.
En efecto, la acusación que nos ha dirigido A. Delarocquev-Colombière en el Nº 517 de  Études Traditionnelles, de extraviar a nuestros lectores y de impedirles encontrar los medios verdaderos que estarán quizá en condiciones, si tienen las calificaciones, de asegurarse al menos las condiciones póstumas superiores a las de la salvación”
No toma un cariz realista más que si se cree que compartimos la concepción shuoniana, es suficiente seguir la misa católica actual para “merecer” más que la salvación. En  verdad, estamos a tal punto alejados que dudamos incluso de la concesión de la salvación misma, si todo lo que puede asegurar una “conformación psíquica”, tal como la procurada por los 5 Pilares del Islam o el “yugo del Tora”, está cada vez más limitada a simples “palabras desnudas”.
La objeción de R. Guénon más importante concierne al hecho de que lo que llamamos “iniciación cristiana” es dada a todos. Pero es necesario ver cuál es, precisamente, la  hermenéutica tradicional que rodea esta concepción. No solamente esta iniciación no es más que virtual, sino que es necesario, según los Padres Orientales “activar” las “primicias del Espíritu” por la por la adquisición del Consolador, que no viene más que después del “duelo” apropiado.
No hay nada de “dado” en esto, ni ninguna pasividad: “la fe no es para todos” (2). Según San Dionisio el Areopagita, el grado más debajo de la “jerarquía eclesiástica ” está constituido no solamente por los catecúmenos, sino también por los fieles “cobardes” que les están asimilados. La jerarquía de los Dones del Espíritu de que habla Pablo denota, precisamente, distintos grados de asimilación y no justifica en absoluto la concepción carismática, que la tesis  schuoniana arriesga, sin embargo, a justificar Finalmente, “dado a todos” no significa “asimilado por todos”. La palabra misma “dado” tiene dos sentidos: “nadie viene a mi si eso no le ha sido dado por el Padre”; el sentido “ofrecido” no es similar que el sentido “hecho posible”.
En cualquier caso, como lo dice R. Guénon, lo que es difícil hoy día no es tanto obtener la iniciación virtual (incluso en el caso de organizaciones iniciáticas), como más bien encontrar el maestro que puede “activar” todo eso en vista de una verdadera realización
Pensamos que este puesta a punto hecha, se puede comprender que nosotros no consideramos nuestra posición (y la de las Iglesias orientales) como incompatible con la de R – Guénon , que “no corregimos” más que en lo que concierne a la concepción hesicasta misma  de lo que confiere la iniciación cristiana (virtual).
Una última aclaración, sobre la palabra “misterio”. Lejos de  constituir, en Oriente, una escapatoria fácil para evitar explicar lo que no se comprende, esta palabra designa los “sacramentos”. Su sentido siguió siendo el sentido antiguo. Todo lo que no es necesario explicar por palabras, es puesto en acto en los ritos. Las palabras de estos últimos no hacen más que proclamar los dogmas (públicos); pero es en “el silencio del signo y del símbolo”, del  gesto ritual, que “la explicación” se da al iniciado (3).
Es por estas razones que hemos podido parecer, en nuestros textos hasta ahora, acusar  el Catolicismo de los todos males”; teniendo en cuanta que no queremos colocarnos más que en un punto de vista esotérico, eso nos parecía un medio de evitar el extravío de nuestros lectores “en callejones sin salida”. Cuando lo hacemos, se nos acusa que ser demasiado polémicos; cuando lo omitimos, somos sospechosos de schuonismo. Somos de la opinión, actualmente, de considerar, desde un punto de vista esotérico, el Catolicismo como una tradición completamente distinta de la Ortodoxia, si esta es la única manera de disipar los malentendidos.

2- Los requisitos

Cuatro condiciones son indispensables para que el contenido del Cristianismo puede ser vivido normalmente por los fieles.
1 — 1 'existencia de una cadena apostólica ininterrumpida
2 — el dogma, es decir una teología trinitaria y una Cristología conformes a la tradición
3 — el rito adecuado
4 — la doctrina de realización *
Entre las condiciones, (1) y la (3) lo son técnicamente indispensable; su ausencia invalida toda pretensión a un esoterismo cristiano operativo.
Su existencia sin la condición (4) puede conferir una iniciación cristiana virtual, pro entonces la realización será desconocida o desalentada. Además, la ausencia de la condición (4) puede favorecer las alteraciones y las incomprensiones; su presencia es un testimonio de la  existencia de lo que J. Borella  llama la “hermenéutica tradicional”, un conocimiento mucho más real del sentido de los ritos y dogmas que la “simple intención “.
La condición (3) se deriva naturalmente et totalmente de la condición (2)
II es pues evidente que si una de estas condiciones falta, la operatividad está ausente, y no se podrá, en el mejor de los caso, hablar más que de latencia, por lo que se refiere a conferir una iniciación virtual.
Una quinta condición podría ser añadida: la eclesiología que se deriva de cuatro condiciones anteriores. En efecto, no es el clero (o el Magisterio) quién es infalible o contra quien “las puertas del Infierno no prevalecerán”, sino la  Iglesia. La mejor traducción sería “Comunidad” en el sentido del árabe umma; S Dionisio el  Areopagita vuelve perfectamente claro este  asunto, en  su Jerarquía Eclesiástica.
Eso significa que lo gobierno apostólico de la  Iglesia es desgraciadamente capaz (parcialmente , al menos) de engañarse  y alterar los ritos en un sentido anti-tradicional, o incluso de ignorar el condición (4). Esto no quita en absoluto al Cristo de la Iglesia universal; peros eso puede la puerta que ahí conduce, en una Iglesia particular.

3- La cadena

Esta condición excluye sin discusión todas las confesiones protestantes excepto las que guardaron una sucesión episcopal.

4-1 La teología trinitaria

Como hemos mencionado “El preservador del error” (4) solo una distinción entre la esencia a de Dios y su “atributos”, “energías” u otras manifestaciones puede permitir una participabilidad, en un clima de monoteísmo.
La Trinidad cristiana, bien que poniendo la igualdad esencial (consubstancialidad) de las tres personas, reconocen también una “monocatoria” del Padre absolutamente incognoscible en el estado humano, ya que no-manifestado. Incluso si las dos otras personas no son manifestaciones formales, ellas no constituyen menos potencias o principios de manifestación y desde este punto de vista son “inferior” a Dios Padre
Todas las Iglesias cristianas, incluso los monofisistas, admiten este principio. Desde el siglo X, como lo remarca el Patriarca de Constantinopla Fotios y el Patriarca Copto de Alejandría, la sede de Roma admite, a través del filioque, no considerar la Trinidad más que desde un punto de vista no erróneo sino solamente “humano”; El Espíritu no “procede” del Hijo más  que después de la Ascensión, y aún, es entonces simplemente enviado en tanto que Consolador a los que han hecho “duelo” de su ego. Toda reducción de la concepción Trinitaria a la misión terrestre de los Logo eterno reduce  las posibilidades de realización, falseando la doctrina que se puede tener, por la confusión entre el Espíritu como “primicia” y el Paráclito. Como el  Espíritu es la única posibilidad de realización después de la Ascensión, el filioque puede hacer  creer que la adoración del Hijo basta, viniendo el resto en modo, de algún modo, “superfetatorio”.
Esta concepción anula la relativa “inferioridad” del Hijo y del Espíritu con relación al Padre (que el Cristo admitía) en lo que se refiere a la facultad de engendramiento/procesión y, por tanto, anula la universalidad de la concepción trinitaria como posibilidad participativa en un marco monoteísta.
A este nivel, pues, no se puede reconocer una validez a la teología romana más que a “medias”. No obstante, la existencia del filioque  no prohíbe el esoterismo cristiano; digamos que ella no contribuye a que se tenga conciencia de ello, y que ella manifiesta una inconsciencia a este respecto.

4-2 La Cristología

Este criterio fue la base de todas las herejías conocidas. Desde un punto de vista del esoterismo cristiano, solamente la formulación del Papa León reconocida en el Concilio de Calcedonia (451) como “pilar de la ortodoxia” permite enfocar una posibilidad unitiva: una persona en dos naturalezas significa el maestro que los cristianos “comen” comparte a la vez la humanidad y la divinidad
La fórmula de San Cirilo de Alejandría que sirvió más tarde de base a las formulaciones monofisistas es también aceptable: una sola naturaleza, pero entonces dos esencia (5) del Verbo encarnado.
Sólo el monofisismo  de tipo “Eutiquiano” prohíbe la participación: una sola naturaleza divina; lo mismo se aplica al arrianismo: una única naturaleza humana.
La formulación Ciriliana aun así ha conducido algunos a decir “nosotros no conocemos a Dios que no sea el Cristo y a - traducir  Rom.- 9,5 no como “Dios lleno de todos (o de todo)” sino “Dios por encima de todo”(7).
Entre las iglesias monofisistas actuales, solo la Iglesia Copta parece no haber hecho esta amalgama, si se juzga por las declaraciones de su Patriarca actual, en sesiones de Diálogo con las Iglesias Ortodoxas (Calcedonianas) y la Iglesia latina.
Malentendida o no, el fórmula calcedoniana precisa que las dos naturalezas se unan “sin mezcla” pero también “sin separación”. S tratan efectivamente de unión, pero de unión hipostática (en una persona), es decir temporal.
Hay claramente, en la insistencia monofisista, la tendencia a considerar todo eso como “adquirido” de una vez por todas y, por tanto, pensar que no es necesario ya hacer nada más que adorar al Verbo encarnado.

5- Los ritos

La tradición apostólica es admitida (excepto por los Protestantes) como una fuente de igual importancia que la Escritura para la fe cristiana.
Ahora bien, esta tradición no se encuentra inscrita en fórmulas secretas o en otros dogmas que los “oficiales”, sino más bien en lo que se hace “en silencio”: en la ordenación de los ritos, que no proviene de las Escrituras. He aquí el “secreto” de la tradición apostólica: cada rito cristiano no es (solamente) la conmemoración de un episodio preciso de la vida terrestre del Verbo, sino que recapitula y actualiza toda la  economía de la salvación, e incluso todo lo que se sabe (en nuestra perspectiva particular) de Dios.
El  bautismo no es (solamente) el de Jesús en el Jordán, bautismo de Juan o agua; sino también una inmersión en la muerte y resurrección del Cristo
La crismación (confirmación) no es (solamente) la admisión en la comunidad , sino también una Unción real y sacerdotal confiriendo las “primicias del  Espíritu”. Todos crismados son Cristos.
El Comunión no es (solamente) la conmemoración de la Última Cena (8) sino  también el Sacrificio del  Cordero de Dios, no solamente sobre la Cruz, sino “antes de todos los siglos”.
Es de esta aproximación que provienen los detalles simbólicos del ritual como los que se van a enumerar, fuera de los cuales (el celebrante mismo no siendo eficaz, en el Cristianismo, más que ex opere operato) no hay otro soporte o agente para “hacer pasar” la 'influencia espiritual:
-todos los gestos y todos las fórmulas consagradas
-la triple inmersión.
- la prohibición hecha a un no—bautizado de conferir le bautismo , incluso en caso de urgencia (et incluso el simple "bautismo de agua”)
-la utilización de agua consagrada y “crismada” en el óleo  en el bautismo.  
-la crismación, siguiendo inmediatamente este, con la mirra consagrada par el obispo del lugar  (o el arzobispo, o el metropolita, o el Patriarca de la Iglesia “madre")
- La utilización de pan con levadura, et, en todo caso, de uno o varios panes verdaderos (fermentados y cocidos), debidamente "inmolados"
-la comunión bajo las dos especies
-la invocación del Espíritu Santo, después de las palabras de Institución, pues es la única capaz de operar la transformación de los dones  
[para el rito bizantino  solamente]
La mezcla del vino con el agua caliente para actualizar la que salió del costado de Cristo en la crucifixión.  
A excepción de la Iglesia latina desde el siglo XII, et de la Iglesia Armenia, todas las Iglesias Orientales, Ortodoxas y Monofisistas , aplican estos “detalles” rituales. Ya que estas Iglesias no están en Comunión desde el  451 esto prueba cela prueba el origen antiguo del ordenamiento.
L Iglesia Armenia utiliza ácimos y no utiliza agua. Por otra parte el Concilio de Constantinopla “en Trullo” del 691, ha notado en su canon 33, que las ordenaciones se hacen en Armenia , ek génous hieratikoû ; había pues una concepción “judaizante” del clero en tanto familia, tribu o casta.
Por otra parte, los orígenes de la Iconoclasmo en Bizancio (al cual, más tarde, sacrificó también la corte de Carlomagno cf. Concilio de Frankfort en 794) no son, como se supuso durante mucho tiempo, islámicos sino más bien armenios. Ahora bien, la teología del icono enfoca la representación de cuerpos deificados, y no una representación naturalista; la ausencia de iconos no es una condición invalidante, desde un punto de vista del esoterismo cristiano. Por el contrario, la oposición iconoclasta, bajo pretexto de blasfemia, lo es; aun más grave es la admisión de estatuas, tridimensionales y forzosamente “realistas”. Todo esto constituye los indicios de la pérdida de la consciencia esotérica.  

6- La doctrina

La concepción (entre otras, schuoniana) de que una iniciación pueda ser conferida no solamente aun inconsciente, sino también por un inconsciente, y no solamente esto, sino todavía en vista de una evolución ulterior inconsciente o “repescable” gratia sola  es inconcebible.
La ausencia de una doctrina de realización, forzosamente limitada a ciertos círculos más “interiores”, incluso se ella prevé que los métodos no son exclusivamente operativos en el interior solamente de estos círculos (9), es una condición de cierra de la puerta tan grave como la de la alteración del rito; la única esperanza en este caso es un “despertar” ulterior, teóricamente siempre posible. El caso de las Iglesias Uniatas que conservan un ritual en principio “operativo”, pero debido a que están en comunión  con la Iglesia romana, rchazan toda doctrina de realización, es un ejemplo de esta situación.  
 ¿Es una casualidad si solamente la Iglesia Ortodoxa (reconocida por R. Guénon como la forma “más completa” del Cristianismo) es la única entre las Iglesias orientales que conserva una tal doctrina?
La concepción de un rito "válido pero no lícito", reconocido a los Cátaros es propiamente inconcebible y testimonia una incomprensión abisal.
Hemos tratado de demostrar claramente en que límites hablamos de un esoterismo cristiano. Esperamos así no constituir un “escándalo” a los ojos de cualquier “familia” esoterista que sea.

Nikos VARDHIKAS

NOTAS

l) Lo que el libro de CH. Andruzac R. Guénon, la contemplación metafísica et la experiencia
mística (con imprinmatur y nihil obstat) confirma de manera “brillante”.
2) 2 Tés 3,2.
3) Nicolas Cabasitas, la vida en el Cristo y Explicación de la Divina Liturgia.
4) V L T 54.
5) La “diferencia” entre esencia y naturaleza es el famoso “malentendido” entre grecofonos y no grecofnos.
6) Epístola a los monjes de Philoxêne de Mabbug (sirio ortodoxo),m. en 523.
7) griego: espi pántõn (y no: hyper pántõn).
8) llamado en Oriente, “Cena Secreta” (o “mística” o “initiatica”) y no “última”.
9) Una comparación de las homilías públicas de St Gregorio Palamas, que suministró en tanto
que obispo de Tesalónica, con sus obras más especialmente monásticos, es, a este respeto,
significativa. Aunque la realización no está exclusivamente reservada a los monjes, son ellos los  
“guardianes” de la doctrina, que los interesados deben ir a buscar al lado de  ellos, dejan
“volver de nuevo al mundo” para, por ejemplo, “para aprovechar de otra manera los misterios.
Por otra parte. en Oriente los monjes no forman parte dl  “clero regular”.
* Nota: Sr. A. Delaroque-Colombiêre, del que ha sido cuestión supra, siempre al acecho, a partir de un cierto momento, de tomar hacia Vers la Tradition en defecto de ortodoxia guenoniana, había creído  bueno poner en el índice, en el N 517 de los Études Traditionelles, una expresión M. Nikos  Vardhikas sacada de su artículo: “El testimonio de los cuatro evangelios” (V.I. T. N 47) que llamaba la atención sobre el hecho de que el Cristianismo en tanto que religión - al menos en su forma oriental - permanecía como un “soporte adecuado de realización”
¡Horresco referens! Ante similar incongruencia de lenguaje, M. Dclaroque-Colombiêre no tuvo  otro recurso que de citar largos pasos de la CH. III y XIII de las Apreciaciones sobre la iniciación cuyo tenor le parecía de naturaleza a hacer aparecer el propósito del Sr. Nikos Vardhikas como “contra-verdad " que podía hacer correr a su autor “el riesgo (...) de ridiculizar deliberadamente la obra de René Guénon en una revista que muestra “su voluntad de ampliar siempre más el campo de influencia de la obra guenoniana”.
Se presenta pues la oportunidad  para que a nuestra vez citáramos un texto de René Guénon, que aclarará el tema (cf. El hombre y su devenir según el  Vêdânta - Cap. XXI): “ “…En cuanto a aquellos cuya contemplación (dhyâna) no ha sido más que parcial, aunque activa (realización metafísica quedada incompleta) o fue puramente pasiva (como lo es la de los místicos occidentales) gozan de algunos Estados superiores…”. Y tiene en cuenta: “La posesión de tales Estados (...) constituyen, para el ser que goza de ello, una adquisición personal y permanente  (...)”
El empleo por el M. Nikos Vardhikas del término “realización” en la observación sacada no tiene pues nada de incorrecto en un contexto exotérico, menos aún si él se refiere al “esoterismo cristiano - al hesicasmo en particular – que mantiene el autor del presente artículo- a poco que no se pierda nunca de vista la diferencia entre “realización metafísica” y “realización mística” (dixit René Guénon; somos nosotros quienes subrayamos) que se relacionan; en efecto, con grados de existencia diferentes, ni entre la “Liberación” y la “salvación”.

(Vers la Tradition)





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