sábado, 18 de noviembre de 2017

LOS PEQUEÑOS MISTERIOS (Nikos Vardhikas)

LOS PEQUEÑOS MISTERIOS

(Vers la Tradition nº 40)

Nikos Vardhikas

“Si tu ojo es luminoso, tu cuerpo entero lo es”

 Hemos hablado en un artículo sobre el esoterismo justo (VLT nº 39), de los beneficios de a nivel colectivo, dijimos que contenía enseñanzas cosmológicas, ontológicas y antropológicas. Queremos ahora limitarnos al dominio personal pues es (especialmente en nuestro tiempo) el único que queda aún “de aplicación” y nos acordamos siempre de la sentencia “por sus frutos los conoceréis”; la metafísica abstracta o únicamente colectiva es una ciencia, que también debe ser explicitada en sus aplicaciones.

Los pequeños misterios (1) son una estación espiritual que utiliza aún la razón (2) y se sitúa por lo tanto antes de la realización. Esto lo convierte en la primera y más accesible estación y la más peligrosa, porque puede bloquear la continuación por un apego a lo  mental o a un yo mismo dilatado (¿sobretodo dilatado?). Ella consiste en conocimiento (o aceptación) y en una transformación consecuente (una metanoia).

El conocimiento concierne al hecho de que, como toda  verdad esotérica no se ve afectada por la posible decadencia de un exoterismo, así los principios y leyes metafísicas son siempre verdaderas y operativas, sean cual sea su incomprensión en una época  o sociedad dadas.

Este conocimiento le confiere al ser una especie de "poder" sobre sí mismo en el sentido de que deja de cometer errores y de atarse cada vez más en una cadena de hábitos y falsa  elección (en efecto, incluso a elecciones a secas), entretejiéndose progresivamente un destino o karma, o atrayéndose continuamente la "mala suerte". Sabiendo quién es verdaderamente  (y quién no es), el ser prueba la virtud más fundamental de todas, el contentamiento: consiste en la aceptación sin rebelión las limitaciones verdaderas, naturales que no alcanzan el Sí. Esta aporta la pacificación, que libera las fobias sobre los peligros imaginarios en que incurriría la persona.

Se da cuenta de que todo el tiempo se debatía sobre un suelo sólido y que no había ahí ningún precipicio. (3)

El contento aporta el cese de la agitación y la unificación de este ser. La unificación consiste en la anulación de la actividad frenética en vista de frutos imaginarios e inútiles y en la comprensión de que no se puede perder lo que se es: porque, se aprende a ser en vez de tener (incluso para las "virtudes").

Así la absorción de todo esto por el Si se hace posible (pero no cierta). Un tal ser aplicará sin esfuerzo, la recomendación de "no centrarse en los frutos de la acción" y realiza la sentencia de Heráclito "la naturaleza de un ser es su fin" (4); él es él mismo y puede "conociéndose, conocer su Maestro".

Este es el sentido de las siguientes sentencias:

A quien tiene, (le calificación o estación) se será dado; al que no tenga le será quitado, incluso lo poco que tiene.
Quien pierda su alma por mí la encontrará; quien encuentre alma, la perderá.
Sed en el mundo, pero no del mundo.  

La libertad del ser que está en esta estación (así como el realizado) es, con relación a tal o tal soporte identitario exterior, la única libertad que cuenta; lejos de la "libertad" moderna que no cruza los límites y las limitaciones de la existencia separada y pusilánime y que, sobre todo, identifica las posibilidades de ser humano a las de la sociedad (haciendo de un individuo, un número entre otros, en lugar de una persona, es decir de una estación particular del Si universal), esta libertad ontológica señala nuestros reencuentros con nuestra verdadera naturaleza.

Ese es el sentido de las sentencias evangélicas siguientes:

El hijo del hombre no tiene donde descansar la cabeza
Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres
No acumuléis tesoros terrenales que puedan ser robados, sino tesoros celestes que nadie os puede quitar.

El ejemplo utilizado por F. Schuon en alguna parte, del juego de ajedrez, es muy útil aquí para hablar sobre la verdadera libertad y de las restricciones, verdaderas o falsas: el jugador que se somete a las reglas del juego pueden hacer lo que él quiera; quien quiera que juegue con la "libertad" para hacer cualquier cosa lentamente tejer un destino al que ya no puede escapar.

La estación de los pequeños misterios realmente permite, verdaderamente, "cambiar tu destino" o liberarte e él.

Lejos de conducir al egoísmo, conocerse a sí mismo significa la superación de un yo ilusorio (que la Cábala llama "pantalla" y Ramana Maharshi " espejo ") y la realización de lo que René Guénon decía de la persona: que él es al mismo tiempo infinitamente más e infinitamente menos "que lo que se entiende normalmente por este término.
La realización (incluso "mental") de estas verdades confiere un cierto "aura" atractiva al ser que está en esta estación, por el mero hecho de que ya no tenga miedo de exponerse, de mostrarse tal como es -no puede por otra parte hacer otra cosa, porque se ha convertido en una persona que funciona así. (¡" Qué lástima” que los que están ahí no estén interesados por los puestos de los cuadros superiores!).

Hemos puesto la palabra mental entre comillas; sabemos cuanto asusta, con razón ,a todos aquellos que están "en la vía". Sin embargo, hay verdades que, incluso adquiridas por un saber libresco, son de tal naturaleza que la única manera de comprenderlas (no de poseerlas para la cita solamente) es vivirlas. De lo contrario, se transmitirán sin efecto, con el riesgo de volver ahí (quizá) más tarde. Si no fuera así, la obra de R. Guénon dejaría a sus lectores "indemnes".

Estas pocas observaciones son suficientes para caracterizar la relación entre esta estación y el exoterismo justo, que es capaz de conducir ahí pero no constituye el único medio de acceso. Por otra parte, ayudar a llegar a esta estación no es la única razón de ser del exoterismo justo; su objetivo es ante todo modificar, mediante ritos, el destino póstumo (en el caso del Cristianismo). Sin embargo, el estudio de las enseñanzas y la participación en los ritos de un exoterismo justo constituyen la preparación doctrinal indispensable  para un alcance “consciente "de esta estación, que es la única en la vía que exige un “esfuerzo” o un sufrimiento o una lucha cualquiera. El resto se da (o no se da) por añadidura. Desde siempre, pero sobre todo desde que el exoterismo no es siempre es justo y desde que la vida social no es siempre " normal"; se puede alcanzar esta estación "por azar" (¿pero lo es?), siempre que la cualificación esté presente; pues en este caso, el esfuerzo será  reemplazado por un sufrimiento y es preciso al menos estar dispuesto a "pagar con su persona" por sus errores y vagabundeos sin rebelarse. Se tratará de seguir al gurú interior así como el, que nunca ha fallado, de la vida y de los otros: cualquier circunstancia insegura para el ego y su falsa identidad (muertes, enfermedades, decepciones  amorosas desilusiones o, por el contrario, amores "totales", nacimiento de niños, aislamiento diverso: campos de concentración, guerras, peligros, hospitalizaciones, encarcelamientos, revoluciones), cualquier situación o situación en la que los apoyos identitarios normales faltan (soportes como: la patria , la lengua, el partido, la Iglesia, la sociedad) fuerza a un ser a buscar en el mismo su verdad.

Este método "aleatorio" presenta un peligro grave con relación con el otro, consciente, que pasa por el exoterismo justo: el peligro de caer en la locura. En efecto, esta no es otra cosa más que un encierro en el yo, que sobreviene siempre en el momento en que un ser está listo (inconscientemente) para liberarse.

La estación de los pequeños misterios, con los peligros que ella implica, es sin embargo una verdadera estación en el camino iniciático, permanente e inalienable, además  la única que se puede ser describir. El resto es silencio. Todos los colaboradores de esta revista por ejemplo, pertenecer a lo sumo a esta estación, ya que escriben "aún", hayan sido iniciados o no (la iniciación regular propiamente dicha, es conferida habitualmente a un ser que ha alcanzado completamente solo – si se puede decir esto- esta estación. (1).
Las civilizaciones tradicionales promocionan, muy naturalmente, el alcance de esta etapa, como no se trata de los Grandes Misterios, indescriptibles y ocultos por naturaleza (así como más peligrosos aún, para un no cualificado). La "caballería” musulmana, por ejemplo, que ha imitado la caballería occidental (acentuando, evidentemente, el lado militar) fue "definido" de dos maneras, "suave" y "fuerte":

-suave: ser recto y no exigir a otros que hagan lo mismo.
-fuerte: ir más allá del propio ego y adherirse a Dios.

Esta pérdida propia de la "edad moderna", que consiste en no poder reconocer la misma verdad en estas dos maneras de  expresarse,  de las cuales una parece "anodina" y la otra "espiritual" es una pérdida enorme, lo que facilita el idealismo y angelismo y constituye una verdadera herejía, a veces aria, a veces nestoriana. Esta "ambivalencia" de simbólica y práctica  es la característica de la estación de los "pequeños misterios" y muestra su conexión con el exoterismo justo que normalmente tiene que conducir a los cualificados hasta esta etapa de caballero (5).

Hemos dicho cómo es de limitada esta estación y cuales son sus peligros: en particular el de tomarla por el fin del camino. Ahora queremos ver cuán útil sería en nuestra época el alcance relativamente simple de esta estación. Desafortunadamente, la decadencia del exoterismo hace casi imposible el alcance por él o por la “fe”, y deja pues solo la vía "natural" y peligrosa.

Los pequeños misterios podrían liberar a muchos de nuestros contemporáneos de los males de la época, y en esto nuestra obra en una revista como ésta puede ser útil, como puede serlo en nuestro medio de vida (a condición de excluir todo “celo” misionero y cualquier pretensión a la función del gurú que no sea la natural).

Las, dos nociones más útiles, que es urgente reestablecer y que nuestra época ha destruido completamente son las de naturaleza (de un ser, de las cosas)  y la de verdad objetiva y natural, observable por cada uno en su fuero interno, sin la fobia de la desaprobación de los expertos. En lugar de estas nociones, aun así elementales, la época impone que todo es relativo e intercambiable, sin ninguna condición de lugar y tiempo (y haciendo esto, utiliza una declaración absoluta). La sociedad impone un régimen mental y psíquico de competición y triunfo en una masa de gentes incapaces de alcanzar los fines propuestos, e infantilizada (comprendida aquí La Iglesia) en el estado de fans de stars, entre los cuales Jesús. En “contrapartida" de lo cual se ha dado una liberación catastrófica de toda regla y de toda ley; no queda más que la de la muerte que no sea contestada. Esta libertad crea seres angustiados, encerrados en sus falsos problemas psicológicos, egoístas, desarraigado y desestructurados que buscan a cualquier precio otras víctimas para someterlas a sus males: es la "nido de víboras" (rat race).

La escuela (especialmente francesa) es la más grave resultado de este verdadero descentramiento, pues en su seno son torturados nuestros niños que sufren lo que D. Cologne ha llamado, aquí mismo, el "racismo tecno-vitalista". Los que triunfan aprenden a ser monstruos (futuros locos), y los que fracasan locos inmediatos (suicidas, drogados y sometidos).

Llegar a la estación de los pequeños misterios, peligrosamente facilitada por la multiplicación de situaciones desestructurantes de nuestra época, solo puede permitir salir de este círculo vicioso de frustración (a menos de una realización fulgurante).
En tal entorno ente, es pues urgente aprender -y enseñar a nuestros hijos- el comienzo de la sabiduría:

la aceptación de lo que es, es decir la vía Marial
"Con Pedro, si es posible, sin él si es necesario (6).

Notas:

(1) Es un término griego. Entre los esoterismos próximos de nosotros, es el sufismo quien hace más distinciones entre “estaciones” (maquamat) espirituales. Sin embargo, todas las tradiciones distinguen dos etapas en el camino de la realización: horizontal (dilatación) y vertical (elevación) correspondiente a los pequeños y grandes misterios Griegos. Las vías de realización abrupta (Zen, enseñanzas de Sri Nisargadatta Maharadj etc.) no hacen esta distinción, y muestran una desconfianza hacia toda realización por etapa. Recordemos lo que dice René Guénon al respecto: Los “pequeños misterios” comprende todo lo que se relaciona con el desarrollo de las posibilidades del estado humano considerado en su integralidad; acaban pues en lo que hemos llamado la perfección de este estado es, es decir en lo que se designa tradicionalmente como la restauración del "estado primordial”
2) Ver la rehabilitación de esta desde un punto de vista metafísico operado en toda la obra de F. Schuon.
3) Chongyam Trungpa, El mito de la libertad.
4) Comenzando por la aplicación de una traducción aparentemente más anodina de esta misma sentencia: “el carácter de un ser es su destino”
5) El término árabe para este género de “caballero” es Fata (pl´masc. fityan pl. fem. fatayat), lo que significa solamente “joven hombre valeroso”. En todos los países de Oriente Próximo antaño bajo los musulmanes, se encuentran términos análogos, de origen a menudo militar pero con connotaciones de “rectitud de carácter”; en griego moderno, tales son los nombres levend (orig. ”marino” turco), pallicare ( orig. Miembro de una banda armada) e incluso dervish !! Faouzi Skali, Futuwah , París (A. Michel) 1989
6) R. Goffin, VLT nº2


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