martes, 14 de noviembre de 2017

EL TIEMPO SACRALIZADO DE LOS PEQUEÑOS MISTERIOS (Nikos Vardhicas)

EL TIEMPO SACRALIZADO DE LOS PEQUEÑOS MISTERIOS

Nikos Vardhikas 

Al tratar este tema, una vez más corremos el riesgo de no hacer  otra cosa que derribar puertas abiertas. Sin embargo, como hay cada vez más cierre de puertas, es bueno tratar de  mantenerlas abiertas.
Así como los tres monoteísmos acentúan cada uno un aspecto de la oposición entre la letra y el espíritu, así los tres cristianismos reconocen a este último derechos en grado variable

Judaísmo -- Letra
Cristianismo --Espíritu
Islam –equilibrio pero diferenciación 
(No hace falta decir que estas distinciones no son absolutas.
Ortodoxia -- Espíritu del Espíritu abrahámico
Catolicismo -- tentativa de la ciudad de Dios a la edad Media
Protestantismo -- letra del Espíritu

En efecto, más allá de las diferencias de mentalidad (entre Griegos/Eslavos, Latinos/Francos y otros alemanes), históricas (Sustratos Celta, Egipcio o puramente Ario, la diferencia entre los tres Cristianismos es sobre todo una diferencia de los medios de gracia que ponen a disposición de los fieles; la cuestión de la conciencia de estos medios también puede plantearse, peros sigue siendo una cuestión secundaria.

El Protestantismo ha rechazado conscientemente el medio de la tradición patrística y de la sucesión apostólica y ha vaciados totalmente todo simbolismo, limitándose voluntariamente a una perspectiva que sólo puede ofrecer más que  la salvación por la fe y la moral – con lo que algunos esoteristas occidentales están totalmente de acuerdo.

El Catolicismo ha sufrido el cambio de condiciones exteriores a la que se había identificado demasiado estrechamente; era legítimo querer abrazar estas condiciones, pero una mayor conciencia del carácter esencialmente esotérico del cristianismo y, por lo tanto, del carácter a pesar de todo excepcional de este enredo, podría haber permitido la supervivencia de la tradición fuera del modo comatoso. Este carácter comatoso se convierte en evidente por las reformas que vacían siempre un poco más el simbolismo de los ritos, de las fiestas, etc., operando una protestantización  de facto.

La ortodoxia sigue siendo consciente del carácter mixto de su depósito; su debilidad es la del Cristianismo mismo: cómo asumir y sacralizar la laicidad que deja fuera de él (sin alterarse a sí mismo). Habiendo dicho esto, la salvación misma, en modo cristiano, es más difícil de obtener que en el Islam o el Islam o el  Judaísmo, puesto que el literalismo en este modo conduce directamente a un callejón sin salida; bastaría pensar en el sentido literal de que podría tener nociones como la Trinidad, la Madre de Dios, o la Eucaristía. Sin una comprensión esotérica, el Ccristianismo se convierte (y a menudo se ha convertido) en moralismo mucho más plano de lo que pueden alcanzar las otras formas, y de que no se puede evitar ninguna desviación.

Es innegable que el Catolicismo, la Ortodoxia y las otras iglesias orientales conservan, en grados diversos, un simbolismo y una tradición que permiten (a priori) un pasaje de lo exotérico a lo esotérico. De acuerdo con San Basilio el Grande (y otros Padres), aparte de los casos específicos de vías iniciáticas como el hesicasmo, esta tradición guardada no pública y que no es otra cosa que la doctrina de la deificación, no es solamente  divulgada de manera  acroamatica y en secreto, sino también proclamado en los tejados, pero en forma velada: la ordenación de ritos, que no provienen de las Escrituras, sino de su sentido, no es el menor de sus posibles velos.

La realización metafísica, por lo tanto, no puede separarse completamente de la vida eclesial, entendida en sus sentido oriental (modo de vida conforme al sentido de ritos y dogmas que se convierten en modelos); esto debería ser evidente , dado el carácter de los misterios cristianos (sacramentos, en Oriente) y el papel central que juega la cadena ininterrumpida constituida por el clero. Contrariamente   a lo que parece creer F- Schuon (1) cuando habla de una negación, en la  teología ordinaria al menos, de la unión metafísica o de la Visión Beatifica desde esta vida,

El Cristianismo oriental admite la importancia capital de un esfuerzo por el comienzo, al menos,  de la deificación desde esta vida- y esto en una teología que no es ni secreta ni individualista. La constitución, pues, de vías separadas que serían exclusivamente iniciáticas basándose ante todo en los misterios cristianos, no puede ser, si no se trata de grupos de estudio, más que una upaya expresamente creada para tomar en cuenta los modos diferentes de comprensión.

Porque, el método es siempre el mismo, para la realización metafísica: convertirse en lo que se comprende. De esa manera han podido existir iniciaciones sacerdotales (basadas en los ritos y la contemplación), reales (basada en los sentimientos y produciendo poesía, y las Cortes de Amor o sobre la acción y el deber) e iniciaciones artesanales ( basadas sobre las obras : construcciones arquitectónicas o formas artísticas, etc.).

Todos estos métodos no podían más que tomar su punto de partida  y su apoyo  en la Iglesia y sus ritos, contrariamente a lo que algunos imaginan. En todo caso, esta diferenciación  no ha existido en todas partes porque no es estrictamente necesario; quien puede lo más puede lo menos. El hecho es que la única vía verdadera iniciática cristiana que permanece operativa es la que había predominado de todas formas en Oriente, la vía sacerdotal. Nada de anormal en esto, ya que, por naturaleza, es esta la que tiene menos necesidad de adaptarse a las circunstancias. Aparte del caso de los monjes, esta vía es siempre (teóricamente) accesible para aquellos que puede penetrar (convertirse) lo que la vía sacerdotal continúa proponiendo: la vida eclesial.

Ciertamente, para que esta forma opere, es necesario imperativamente que el esoterismo no  cierre la puerta, que es por otro lado  cada  vez más

(1) De la unidad transcendente de las religiones p. 143
, el caso, no sólo externamente, por ignorancia colosal de las posibilidades esotéricas por parte de los sacerdotes propiamente dichos (lo que sería un mal menor, manteniéndose irónico por lo menos), por no decir más que eso, pero también fundamentalmente, por alteración de los ritos y sus símbolos. También hay que decir que esta vía, por su propia naturaleza, es ya accesible desde el principio a un número menos grande de fieles que tienen que confiar en su guru interior que no le era, por ejemplo, en la vía artesanal con el guru colectivo o en la forma caballeresca con el gurú monástico o eclesiástico (cf. La Orden del Temple y Orden de San Bernardo).
Por lo tanto, este camino debe necesariamente pasar por la contemplación personal (pero no  individual) y por las pruebas monacales, entendidas literal o simbólicamente. La experiencia mística es una puesta en valor personal de la fe común, escribió V. Losski. Sin embargo, este El texto está redactado en términos orientales. Para ponerlo al gusto guenoniano debería ser traducido (y esto le da, en el modo de expresión occidental su verdadero sentido, sin deformarlo): la realización metafísica es una integración, dentro del ser de los que pueden, del  sentido de los dogmas exotéricos.

R. Guénon ha dado, en su obra, dos definiciones diferentes de lo que es exotérico. Según una es lo que es  ofrecido indiferentemente a todos; según la otra, eso es lo que es asimilable por todos. Si el exoterismo se limitara a esta última  definición; no habría ningún esoterismo posible sobre esta base;  si, por contra, mantenemos la primera, el sentido tanto de los dogmas como de los rituales permanecería como la base de la realización espiritual. También se podría pensar que en el espíritu de Guénon, las dos definiciones se combinan, así: entre lo que se ofrece a todos (como es el caso de los dogmas monoteístas), llamaremos exoterismo la corteza asimilable por todos (y esoterismo el núcleo, el sentido cubierto por esa misma corteza).

Algunos de los continuadores habituales de Guénon han elegido manifiestamente que se limitarse a la letra de la definición restrictiva, creyendo que el exoterismo, es decir, la Iglesia en sus dogmas y ritos, sólo entiende lo que es asimilable por todos; de donde la necesidad de un esoterismo que utilice ritos y símbolos totalmente diferentes. En esta perspectiva, la  famosa necesidad del esoterismo toma la forma de un cierto oportunismo espiritual.
Pasaremos ahora a un ejemplo que es bastante fácil de seguir de contemplación ofrecida por las fiestas anuales que santifican tiempo y espacio (1). Aquellos que actualizan la doctrina cristiana son naturalmente los que celebran la vida de Jesús: Anunciación, Encarnación, Bautismo, Transfiguración, Pasión y la Resurrección, Ascensión y Pentecostés. Entre ellas, las cuatro primeras son fijos (solares) y cubren todo el año (opera un cuadrante del círculo) y los tres últimos son móviles (lunares) y cubrir un período de cincuenta días (la Ascensión siendo colocada en el cuarentena).

Estas últimas comienzan en el mismo momento que el ciclo de las cuatro primeras, en relación con el equinoccio de primavera; se trata de un segundo ciclo, que se superpone al primero y que es de una naturaleza completamente diferente. Este hecho, así como el simbolismo del  números cuatro (culminación terrestres) y el tres (celeste) y los números cuarenta (pruebas) y cincuenta (triunfo), indican que las cuatro fiestas  fijas son (es decir, pueden ser) los Pequeños Misterios (expansión horizontal) sobre el plano humano y ubicación del ser humano en el centro de este) y las tres fiestas móviles, los Grandes Misterios (transición a estados superhumanos). Aquí nos ocuparemos de los pequeños misterios solamente.

Al colocar las fechas de estas celebraciones en un círculo, estamos obligados a constatar los siguientes hechos:

- La Navidad y la Epifanía no hacen más que un período festivo de 12 días, reemplazaremos el bautismo de Cristo por la la fiesta de San Juan de verano (Nacimiento de Juan. Bautista, 24/6)

- no es posible hacer una rotación completa, comenzando por  la Anunciación, para seguir los hechos de la vida terrestre de Cristo en sentido cronológico.

1. Hemos verificado las fechas de las fiestas en Oriente; somos conscientes, sin embargo, de que Occidente ha poseído un simbolismo de calendario sofisticado y más zodiacal que el del Oriente (¿debido quizá a la herencia celta?)

Es posible considerar otro camino entre estos puntos, más conforme con la vida de Jesús: Anunciación-Navidad-Bautismo- Transfiguración. Se trata aquí de una vía brusca. Es preciso entre Anunciación y Navidad, remontar el tiempo, luego desciender a través del Centro (y los infiernos) desde la Puerta de los Dioses hasta la Puerta de los Hombres (¿realización descendente?), para acabar en la Transfiguración en tanto que el Transfigurado. Esta manera es peligrosa: hacer nacer a Dios en sí , sin pasar primero por el desprendimiento y la afirmación  que representa la retirada de Juan, es posible pero aún más difícil. Este camino no cambiaría en nuestro comentario más que el papel del Bautista.
Éste representaba, en la vía  lenta, un esoterismo completo es decir un exo-esoterismo; podría en la vía rápida representar la consagración expresa de un esoterismo organizado.
Este vía rápida pasa sin pausa de la Transfiguración a la Pasión, o de la iniciación virtual (resurrección de Lázaro, que tiene, en el evangelio de Juan, el lugar de la Estación de Navidad, aquí) al cumplimiento (la resurrección de Cristo). Esta vía ahorra las muertes de los Guías.

En la vía lenta, aunque se ha encontrado antes a Juan el Teólogo antes que  al Bautista, no se sufre la prueba de su muerte más que después del nacimiento y la muerte del Bautista. En la  vía rápida, el encuentro del Bautista reenvía inmediatamente a la Transfiguración; el Teólogo ya no aparece, indicando aquí un papel diferente del Bautista.
En cualquier caso, el personaje del teólogo no es susceptible de interiorización a través de una adoración, como la de María y el Bautista, como testimonian sus dos únicas apariciones en el calendario, comparado con nueve y siete para los otros dos. No es accesible más que a través de la inteligencia.




Por otra parte, la Transfiguración, término cronológico de la vida de Cristo antes de la Pasión, no está colocada en el equinoccio de otoño

¿EN QUÉ SENTIDO RECORRER, ENTONCES, EL CÍRCULO?

Creemos que el fiel que sigue los Pequeños Misterios no puede más que encontrar diversos Guías e identificarse aquí; en la Transfiguración no será por lo tanto Cristo transfigurado, sino uno de los discípulos que aquí asistió; por otra parte, no puede por este hecho terminar su recorrido en  la Transfiguración, sino que lo terminará  en Navidad/  al Bautismo. Es cuando se haya hecho nacer a Cristo en sí mismo que habrá actualizado la promesa de la Anunciación (y de los su propio Bautismo)  y que habrá realizado los Pequeños Misterios, a la vez como pequeño Jesús como Theotokos. Podrá, en el momento de la segunda  transición a la primavera seguir el ciclo de Pascua. ¿Qué discípulo será, entre Pedro, Juan y Santiago, los testimonios de la Transfiguración? La contraparte de la fecha de la Transfiguración, entre el equinoccio de Primavera y el solsticio de verano, 8 Mayo, resulta ser ¡la fiesta de San Juan el evangelista! Además, cincuenta días después de la Transfiguración, encontramos el punto que se debe situar en el equinoccio de otoño: el 26 de septiembre, es la fiesta de la Partida (Metástasis) de este mismo San Juan. El período, por lo tanto, entre el 6 de Agosto  y 26 de Septiembre será el de la purificación completa y las pruebas iniciáticos de los Pequeños  Misterios, al término del cual  podemos proceder a la Navidad.
Hay que señalar que nada de lo que aquí es festejado se encuentra en el evangelio  atribuido a este mismo Juan. El esquema será por lo tanto  el siguiente:


Antes de ir más lejos, recortemos el período de prueba aún más:
-9 días después de la Transfiguración (6/8), Dormición de la Virgen María (15/8)
-La decapitación de San Juan Bautista seguida (29/8), 9 días más tarde, por el nacimiento de la Virgen María (8/9).

-A los cuarenta días, Exaltación de la Cruz (14/9), seguida tres días después de la fiesta de las tres virtudes (17/9) y 9  días más tarde, de la Concepción de San Juan  Bautista (23/9 )y, doce días después, de la partida del otro Juan (26/9).

El nueve denota una transición o ciclicidad, es decir, una cierta causa espiritual.
Transformación-Dormición: nueve días

Decapitación-Nacimiento. Vg M : nueve días
Cruz -3 Virtudes:                     tres días
Concepción J. Bautista:          nueve días
Salida de Juan:                         doce días  
3 Virtudes-Salida de  Juan:     nueve días

Los Guías 
Las Guías con las que nos tenemos que identificar son, por lo tanto,

La Virgen María
San Juan Evangelista
San Juan Bautista

las tres prefiguraciones o dobles, a títulos diversos, de Cristo. Las correspondencias que se pueden establecer entre estos personajes y los principios cosmológicos u ontológicos son múltiples:

MARIA es el alma pura, o, en algunos aspectos, el Mundo sacralizado o la Materia Prima antes de la manifestación. Su estación se puede ver como la Creación o como la respuesta  a la llamada de la Vía.

JUAN BAUTISTA representa al hombre en su plena conciencia de Pontifex, o su teomorfia (Imagen y Semejanza). Está situado en la Puerta de los Hombres y Vía de los Acestros, porque también puede simbolizar el Hombre Primordial antes de la caída.

JEAN EVANGELISTA a él (o, en Oriente, EL TEÓLOGO) representa el Intelecto o el Verbo reflejo (la combinación de inteligencia/ lenguaje en el hombre), y la posibilidad de llegar al Hombre Universal. Su pasaje en el círculo anual, por lo tanto es rápida.

Es evidente que se pueden construir varias tríadas sobre estas tres guías: hablaremos aquí solamente de una, para volver al final sobre las tríadas de la iconografía.
Las estaciones de María (1), Juan el Bautista (2) y Juan (3) (Transfiguración-Pruebas) se pueden ver  aplicar a las tres virtudes teologales, traducidas en versión metafísica: conocimiento (St. 3), voluntad y confianza (St. 2), amor y confianza (St. 2);  es decir, las rutas vías artesanales (María), Real (Juan Bautista), Sacerdotal (Juan). Además, siempre que la Transfiguración se vive como discípulo, se comprende que es equivalente a una prueba.

No olvidemos que la fe, la esperanza y la caridad (siempre nombres humanos, en Oriente, la forma griega Pístis, Agápe, Elpís y en ruso Vera, Nadyezhda, Lioubov) fueron las hijas de una madre que se llamaba Sofía (Sabiduría o Sufiyya). La Virgen y Juan el Bautista son dos seres humanos, una llamada Santísima y Bendita entre las mujeres y el otro más grande hombre nunca nacido de mujer; estos son los padres de los hombres ordinarios llamado a la Vía, ambos emparentados con el Cristo y llamados a cumplir algo que los supera:

-a contener lo incontenible para María
-a bautizar (a alguien) más grande que él, que habría, Él, debido bautizarle, para Juan.

Juntos, han preparado (y permitido) la Encarnación y la Misión de Cristo, uno en ella, el otro fuera. Por eso es por lo que están representados invariablemente a ambos lados de la puerta Velada del Santo de los Santos de cualquier iglesia ortodoxa y juntos a ambos lados de un Cristo entronizado sobre las imágenes (iconos, frescos, mosaicos)  la deesis (Suplicación), en Tanto que intercesores por excelencia.

Es únicamente por ellos que un ser humano puede, en el modo crístico, engancharse a la economía de la salvación (y la economía de la liberación). El icono análogo a éste, pero que figura, en medio,  la Sabiduría, con Cristo bendiciendo en una nube por encima de los personajes sería la única imagen tradicional que pone a Juan el Teólogo en este simbolismo; ella es llamada el icono de la Sabiduría divina. No es un detalle, sino por el contrario (lejos de indicar libre albedrío) una indicación de la completa asunción de la naturaleza humana por Cristo, como el hecho de que la economía de la salvación ha necesitado

-el consentimiento de María
-el bautismo de Juan

Juan el Bautista y María son la humanidad cooperando en su salvación y consciente de su deiformidad.

Juntos, el icono de la deesis (relativamente exotéricamente) y el de la Sabiduría (relativamente más intelectualmente) nos  muestran ( y , según la teología oriental, se supone que son los que tienen que actualizar) todo el programa del esoterismo cristiano, sea como la gracia, o como la aplicación de las tres virtudes. María presidió en la encarnación y por lo tanto puede ser el guru interno, así como la (simple) salvación. Juan el Bautista presidió la consagración y el testimonio, y por lo tanto puede ser el guru de los Pequeños Misterios. A notar su apariencia  exterior, muy hombre primordial, en los Iconos orientales. Juan el Teólogo, finalmente, fue identificado con el Cristo por medio de una palabra de éste en la cruz, y por lo tanto presidió en la deificación de los Grandes Misterios; su fin misterioso (análogo solamente al de Elías -visto por él en la Transfiguración y con quien el otro Juan había sido a veces confundido por los fariseos- y Enoc en toda la Biblia) lo atestigua. El fin de la Virgen fue una dormición. Juan Bautista en fin, fue decapitado.
¿Qué sentido se puede dar a estos tres fines, aparte del hecho general de que es preciso, una vez en la Vía, que el Guía  desaparezca a partir de un momento? La dormición denota la completa conformación del alma en el plano divino (correspondiente a la naturaleza humana, porque êthos anthropon daímon) y marca pues la salvación; la obtención de esta está atestiguada por la Asunción. De ahí la frase "y en la hora de nuestra muerte" del Avemaría. Eso es porque, por cierto, el fiel que dará a luz a Cristo lo hará en otro plano que el de la salvación (y porque el año eclesiástico comienza en septiembre) que María renace, veinticuatro días después de su nacimiento después de su dormición, como consecuencia de la desaparición del Bautista.

Juan Bautista alterna con su homónimo de los Grandes Misterios, porque la iniciación, o más bien la vía, es única, aunque la haya, en ella, estaciones; debe desaparecer tan pronto como los límites de la individualidad han sido alcanzados. Desde que la  gracia (o el Espíritu Santo)  desciende más allá de la mente, es decapitado. Juan el Teólogo, finalmente, desaparece para reaparecer en los Grandes Misterios (así como María, pero no Juan el Bautista) y para permanecer hasta el regreso de Cristo.

LAS ESTACIONES

Después de lo que ya hemos dicho, sólo la Estación de los Pruebas necesita todavía explicaciones más detalladas.

Estación de  María
Estación de Salvación. Adorando o contemplando la Encarnatriz  (con el Espíritu Santo) del Verbo, uno se convierte en Aquel en que ha hecho confianza  y el fin de esta vía será que Cristo nazca en nosotros. La identificación con María, sea alcanzado o no el fin del alumbramiento, es el mínimo requerido para la realización de las promesas del bautismo (de iniciación virtual).

Estación del Bautista
Es descubriendo su poder/deber de sacralizador del cosmos, además de adorador de Dios (un paso, si se puede decir, de más que el Fiat), como el hombre se convierte plenamente en hombre.
Este es el primer paso activo en la vía y el descenso del Espíritu Santo que testifica (como había cubierto a María). Independientemente de los actos descritos exteriormente por las fiestas, es la estación precedente la que corresponde al bautismo de Juan para los fieles, mientras que esta corresponde al bautismo del Espíritu Santo.

Estación de las depuraciones
Aquí se produce la metanoia sin posible retorno, Las fiestas desde la Transfiguración (aquí incluida) hasta la partida de Juan (aquí incluido) constituyen las tres pruebas y sus resultados:

a) Primero, se trata de no dormir (como Pedro, y como en el otro ciclo en el Jardín) para ver la Gloria del Señor. El resultado de esta vigilia del espíritu es el dormición del alma! ( Yo duermo, pero mi corazón vela). Se trata de la pacificación que sigue a la concentración del ser sobre el Si.

b) La decapitación del Bautista lleva al (re)nacimiento de María.
La decapitación misma, como hemos dicho, es una superación de la mente y la individualidad ordinaria-sin ser aun la muerte completa al yo individual,cumplida la Cruz a la que prefigura, sin embargo, dado el carácter de la Cruz, que ella prefigura, no obstante, visto el carácter de la próxima prueba / fiesta. Cuando la individualidad pacificada se convierte en una persona (1), es decir, un ser orientado (pros-opon) y no una máscara (persona), más que una unidad biológica y mental, es habitada por un alma nueva. (Quien pierde su alma por mí la ganará). No es la misma cosa, aquí, que la salvación, que no implica tanto cambio.

c) La Cruz conduce a la salida de Juan:
Si se puede, con esta des-individuación, alcanzar el centro del estado humano, entonces el espíritu (humano) puede volar, por primera vez, hacia los estados sobrehumanos. Juan testimonio de la 

(1)Muy importante terminología y distinción Ortodoxa en el cuadro de los Pequeños Misterios que son, después de todo, los que el exoterismo puede sostener mejor; antes de la muerte del ego (si continuas apestándonos con la personalidad de RG, vamos a suprimirla, dijo Guénon) se puede vivir la muerte al ego individual, sin perder la propia personalidad. Esta limitación está, además, bien adaptada a la naturaleza del cristianismo, economía encarnada.

Gloria el 6 de agosto, cincuenta  días después (49, exactamente), para hacer lugar a esta Gloria misma, en el iniciado. Acordarse, sin embargo, que no deben hablar a nadie sobre esta visión hasta que resucite de la muerte.

Estación de Navidad

Convertirse en el pequeño Jesús, controlando los tres modos de ser humano individual (los Reyes Magos), un ser de dos naturalezas, igualmente desarrolladas. Es solamente en los Grandes Misterios cuando sólo la naturaleza divina se tendrá en cuenta; ha sido preciso, no obstante, antes, cultivarla.

HIMNOLOGIA

No hemos hablado de correspondencias astrológicas, de los elementos o de la forma en que todo esto se complementa por la iconología (la Virgen como Guía-Hodegétria, Misericordia- Eleoúsa, o Más Grande  que los Cielos-Platytéra Cielo, etc.) y la himnología. De esta manera  señalaremos solamente algunas frases, para cada una de las fiestas consideradas; antes de esto, señalaremos que, en los oficios, utilizando el criterio de la cantidad de himnos específicos de cada fiesta, la salida del Teólogo y el Nacimiento y Concepción del Bautista están mucho menos acentuado que la Decapitación de este último y la fiesta del 8 de mayo del primero. En la himnología de la Anunciación, hay una referencia expresa a la abolición del pecado original y a la posible deificación del hombre. En el que concierne al  Bautista, observamos el Sello de la Profecía (sfragis profeteías ) que recuerda a Mahoma.

En la Transfiguración, la himnología aclara que es vivida desde en el lado de los discípulos, que lo reciben como pueden o como soportan; lejos de ser algo asimilable por todos, se vive según las posibilidades de cada uno. Está en cualquier caso claro de que se trata de devenires espirituales. En la Dormición, se dice que esta muerte libera nuestras almas de la muerte, como la de Cristo en la cruz nos libera totalmente; está claro que María es encargada de la salvación. En Ortodoxia, la himnología (entre otras cosas) hace las veces de dogmática; no ha habido y no habrá jamás(si la 0rtodoxia no se corrompe) ninguna obra que trate específicamente y, sobre todo, sistemáticamente de  este sujeto.
Por eso es útil anotar aquí algunas nociones muy importantes expuestas en todas las fiestas, incluso a las que no hemos examinado.

NAVIDAD  

Los Querubines ya no bloquea el acceso al árbol de la vida, la espada el fuego se apaga.
Cristo es un icono del Padre, y el hombre también, antes de la Caída.
La encarnación conduce al hombre a su dignidad primera, por una aleación de dos naturalezas.
Adán es recreado en el vientre de María.
María es la premisa de la salvación, la escalera de Jacob, el puente, el frasco conteniendo el maná.
La Navidad revela un misterio secular: Adán puede convertirse en Dios.

Bautismo de Jesús

En esta ocasión, Cristo fue mostrado al mundo (epifaneís) y la Trinidad apareció (Theofáneia)
Venid y tomad el Espíritu de sabiduría, de inteligencia, de temor de Dios. Tomad al Espíritu que se manifestó sobre el Cristo que se ha mostrado.
Cristo nos renueva en el Espíritu a través del agua.
La nube y el mar se fueron hacían progresivamente por el antiguo pueblo lo que el Espíritu y el agua hacen por nosotros: perfeccionar (1) al fiel.
Al comunicarle tu Espíritu, Rey-sin-comienzo, tú unges la naturaleza humana, tú la purificas y la perfeccionas, tú la llenas de gracia.

Transfiguración

Un secreto velado desde siempre fue revelado a Juan, Santiago y Pedro: los que se distinguen por la altura de las virtudes serán dignos de la gloria inhabitada de Dios. En el Thabor, el hombre
(1)Con toda la mala voluntad del mundo, no podemos evitar admitir que la teleíosis a la que nos referimos aquí no es más que una realización.
ha visto su belleza original, se ha reconocido icono; porque la naturaleza humana ha sido asumida por Dios - el mismo que habló a Moisés por símbolos diciendo: "Yo soy el Viente. Los discípulos reían: Nuestro Salvador es el molde del arquetipo, icono en todo parecido a Aquel que es, huella fiel, inalterable, Hijo Logos, sabiduría, mano derecha del Altísimo. La divinidad inmaterial del Padre y el Espíritu puede verse intelectualmente en el Hijo Único.

Pasión

La Muerte vive un mortal deificado, un todopoderoso lleno de cicatrices y esquimosis. La divinidad tomó una levadura (proslêmma) humana que ella inmortalizó por el hecho mismo de participar en su naturaleza. La sustancia terrestre de tu carne ha sufrido la Pasión, pero la divinidad permaneció impasible; tu trans-elementas (1) tu parte perecedera en imperecedera. El infierno reina sobre los mortales  pero no los domina. Salvador, tú te conviertes en el primer nacido de entre los muertos.

Resurrección

Ayer, Ungido, fui sepultado contigo; resucité otra vez contigo hoy. Fui crucificado contigo  ayer; glorifícame contigo, Salvador, en tu Reino. Padre todopoderoso , Logos y Espíritu, una  naturaleza en tres personas, sobreesencial y sobredivina, hemos sido inmersos en ti.

Ascensión

Ascendido en gloria, sin haber abandonado nunca el seno del Padre, tú elevas por analogía nuestra naturaleza para sentarnos al lado del Padre.
Tú has ascendido una vez que cumpliste el plan previsto para nosotros y has unido las cosas terrestres a las celestes.

Pentecostés

Santo Dios: Él creó todo por medio del Hijo, con la ayuda del Espíritu;
Santo Fuerte: por él conocimos al Padre, y el Espíritu habitó el mundo.
Santo Inmortal: el Espíritu Paráclito, procediendo del Padre y reposando el Hijo (El inverso de  una procesión del Hijo).
El Espíritu Santo deifica; actúa en nosotros, suministra los dones.

(1)Metastoikheiosis

Se expande  (ahora, o: por medios cristianos, a través de los medios cristianos) sobre toda carne. Comenzó con los Apóstoles y luego extendió la gracia a los fieles, por participación.
El Paráclito renovó a los Apóstoles, siendo Él mismo renovado en ellos; esta renovación es un conocimiento en el misterio.



(Nikos Vardhikas. Le Graal Roman. Cap 10)

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