sábado, 2 de septiembre de 2017

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL "CUADRO DE LOGIA" (Brruno Rovere)

Bruno Rovere

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL "CUADRO DE LOGIA"


Publicado en la Rivista di Studi Tradizionali (Viale XXV, Aprile 80,
10133, Torino), nº 53, julio-diciembre de 1980.


    El Cuadro de Logia constituye en la Masonería especulativa un
elemento indispensable para la apertura y el desarrollo ritual de los
trabajos, puesto que su presencia, en virtud de la influencia espiritual
inherente a los símbolos sobre él representados, sacraliza el lugar
en el que dichos trabajos se realizan, aun a pesar de que se trate de
una sala cuyas paredes carezcan de otros símbolos masónicos (1);
desde este punto de vista, la diversidad de los símbolos representados
sobre el Cuadro de Logia en los tres grados puede corresponder no sólo
a un tipo de trabajo diferente, sino también a una modalidad distinta
de la acción de la influencia espiritual, o bien a la acción de
diferentes modalidades de dicha influencia.
    Por su colocación central, y en tanto que reproduce los
principales símbolos que deberían decorar el Templo, el Cuadro de
Logia es un símbolo del "centro" que, como anotaba René Guénon
refiriéndose a la "rueda cósmica" (2): debe por otra parte ser
concebido como conteniendo principalmente a la rueda entera, razón por
la cual Guillaume Postel describe el centro del Edén (que a su vez es
al mismo tiempo el "centro del mundo" y su imagen) como "la Rueda en
medio de la Rueda".
    Vista la importancia del Cuadro de Logia en la Masonería
especulativa, no puede sino sorprender su ausencia, por lo que
conocemos, en la antigua Masonería operativa, y esto plantea dos
problemas por lo demás estrechamente relacionados: qué sustituía
en la antigua Masonería operativa al Cuadro de Logia y cuál es el
origen de este último. Para intentar hallar una solución a estas
cuestiones, es oportuno referirse a lo que se conoce, gracias a la obra
de René Guénon y a las cartas de Clement Stretton (3), sobre los
antiguos rituales operativos.
    En la antigua Masonería operativa existían siete grados (4) y
dos grandes Divisiones: la Masonería de la Escuadra (square masonry) o
azul, y la Masonería del Arco (arch masonry), o roja, a la que
concernía el empleo del compás. Ambas Divisiones poseían siete
grados, que en la Masonería de la Escuadra, de la que directamente
deriva la Masonería especulativa que aún hoy se llama precisamente
Azul, eran, según lo referido por Clement Stretton, los siguientes:

    I grado, o grado de los Aprendices (Apprentices), que, con el
martillo, el cincel y la regla, desbastaban la piedra bruta. Después
de siete años de aprendizaje, es decir, desde los 14 hasta los 21
años, durante los cuales no podían contraer matrimonio ni tener
relaciones con mujeres, pasaban al segundo grado y se hacían así
Constructores Libres (free-masons).

    II grado, o grado de los Compañeros del Arte (Fellows of the
Craft), que, con los mismos instrumentos que los aprendices, y con la
escuadra, el nivel y la plomada, cuadraban a la perfección la piedra
bruta. Su nombre era Giblim (5).

    III grado, o grado de los Super-Compañeros (Super-Fellows), o
Compañeros de la Marca, quienes experimentaban y marcaban con el
mallete y el cincel la piedra cúbica (6).

    IV grado, llamado Lugar del Templo, en el cual, sin hacer uso de
instrumentos metálicos, se disponían y erigían, según el orden
de la marca, las piedras provenientes del grado anterior. En este grado
se trabajaba, pues, en la construcción del Templo.

    V grado, o grado de los Superintendentes de los Trabajos, cuyo
nombre hebreo era Menatzchim (7), y a cuyo cuidado estaba el
adiestramiento y la vigilancia de los Aprendices y de los Compañeros
de grado inferior.

    VI grado, o grado de todos los que habían superado el examen de
Maestro (Passed-Masters), y cuyo nombre hebreo era Harodim (8). No
podían ser más de quince.

    VII grado, constituido por tres Maestros Masones en el cargo, que
respectivamente representaban al Rey Salomón, a Hiram, Rey de Tiro, y
a Hiram-Abif, el Arquitecto.

    En una Logia operativa, según lo que refiere Clement Stretton, los
trabajos se desarrollaban simultáneamente en los siete grados, y por
consiguiente eran necesarias siete cámaras, una por cada grado; de
acuerdo con un esquema de su composición, esta cámara o "Logge"
estaba distribuida en dos construcciones oblongas y paralelas,
orientadas según el eje Este-Oeste, cada una de las cuales
comprendía tres cámaras: en la primera construcción, a la que se
accedía por Oriente, se encontraban por orden las cámaras de
primero, segundo y tercer grado, separadas unas de otras por una doble
puerta; en la segunda construcción, situada al norte de la primera, se
encontraban las cámaras de quinto, sexto y séptimo grado, con una
doble puerta entre las dos primeras y una puerta plegable entre las dos
últimas, aunque los trabajos en éstas podían desarrollarse a
puertas abiertas.
    Esta segunda construcción, además de la puerta principal de
Oriente, disponía de un acceso a Occidente, para uso exclusivo de los
tres Grandes Maestros. Por último, al Noroeste de dicha
construcción, se hallaba la Logia de IV grado o Lugar del Templo, que
revestía una importancia muy particular en el conjunto de los siete
grados: además de ser el lugar de la construcción del Templo, lugar
sagrado al cual sólo se podía acceder descalzo y con la cabeza
cubierta, era el escenario de conmemoraciones anuales, en forma de
dramas rituales, de episodios importantes ocurridos durante la
construcción del Templo de Salomón, como la colocación de la
piedra fundamental por parte del Rey Salomón, la muerte del arquitecto
Hiram-Abif, etc.
    En el centro del Lugar del templo, debajo del pavimento, existía
una cámara subterránea, a la cual sólo tenían acceso quienes
habían obtenido el grado de Maestro (VI y VII), y en la que se
custodiaban, en el interior de una columna cuadrangular, los planos del
Templo y el "Centro". Del centro de la bóveda de esta cámara
subterránea, y colgado del techo del Templo, descendía un hilo de
plomo azul, que apuntaba al centro de una swástika (9); en esta
cámara, a la que se aplicaba la denominación de "Cámara del
Medio", tenía lugar la iniciación al séptimo grado.
    Ahora bien, mientras que en la Masonería especulativa los trabajos
comienzan siempre en cámara de Aprendiz, para después pasar
eventualmente a los demás grados, en la Masonería operativa la Logia
se abría primero de forma privada por los tres Grandes Maestros en la
cámara de séptimo grado, y sucesivamente, por orden, en los grados
inferiores; en un cierto sentido, puede decirse que la influencia
espiritual descendía primero en modo "vertical" en la cámara del
séptimo grado, para ser después transmitida y "participada" en modo
"horizontal" a los grados inferiores. A este respecto, puede citarse un
artículo de René Guénon, en el que afirmaba: "En efecto, una Logia
operativa no podía ser abierta más que con el concurso de los tres
Maestros (10), que tenían en su posesión tres varas cuyas
respectivas longitudes estaban en relación con los números 3, 4 y 5;
solamente cuando estas tres varas se juntaban y se disponían de modo
que formaran el triángulo rectángulo pitagórico podía tener
lugar la apertura de los trabajos. Es fácil comprender que, de manera
similar, una palabra sagrada puede estar formada por tres partes, tales
como tres sílabas (11), cada una de las cuales no puede ser comunicada
sino por uno de los tres Maestros, de manera que, en ausencia de uno de
ellos, tanto la palabra como el triángulo serían incompletos, y nada
válido podría ser cumplido" (12).
    En la Masonería operativa, según refiere Clement Stretton, el
descenso de la influencia espiritual era de hecho cumplido mediante la
invocación ritual de tres Nombres divinos monosilábicos, y su
soporte geométrico no era tanto el Cuadro de Logia como el triángulo
rectángulo constituido por las tres varas de longitudes respectivas
tres, cuatro y cinco; al término de este rito, siempre en la cámara
del séptimo grado, se efectuaba un "saludo" dirigido a un Nombre
divino hebreo trisilábico, cuyo valor numérico es 345, de donde la
evidente conexión con las tres varas.
    Pero a finales del siglo XVII, los masones operativos estaban
frecuentemente obligados, debido a los cambios de las circunstancias de
tiempo y lugar, a reunirse en locales públicos, que dispusieran en el
piso superior de una sala de reuniones suficientemente amplia. En estas
condiciones, para poder mantener la constitución en siete cámaras de
una Logia operativa, los locales disponibles debían subdividirse en
siete compartimentos por cortinas de tela (13); además, no siempre era
posible disponer en dichos locales de todo el equipamiento
"constructivo" y de todos los modelos simbólicos necesarios, por lo
que los elementos que faltaban eran dibujados con yeso o con carbón
sobre el suelo: en este trazado de símbolos, con toda probabilidad
patrimonio exclusivo de los Maestros, a quienes solamente competía el
proyecto y, por ello, el diseño (14), puede reconocerse sin esfuerzo
uno de los orígenes del Cuadro de Logia.
    Esto, que constituía una excepción para los operativos, se
convirtió en cambio en una regla para los especulativos, que siendo
predominantemente masones "aceptados" y por añadidura "cismáticos",
no podían de todas formas reunirse en Logias constituidas en el
interior de la cantera, ni tampoco disponer con facilidad de las
herramientas de albañilería; y fue precisamente entre los "Modernos"
donde se afianzó la costumbre de trazar una Logia simbólica sobre el
pavimento del lugar de reunión (15).
    Sólo posteriormente se instituyó el empleo de una Tabla (board)
dispuesta directamente sobre el pavimento o sobre un caballete, de donde
la denominación de "trestle-board", sobre la cual se trazaba cada vez,
al inicio de los trabajos, el Cuadro de Logia; en una fase más
tardía, hacia finales del siglo XVIII, al empleo de una Tabla de
trazar (tracing-board) se sustituyó el uso de Cuadros de Logia
pintados de modo permanente sobre tela u otros materiales, con una "gran
variedad en los diseños empleados en las diferentes Logias, a pesar de
que los símbolos principales fueran siempre preservados de manera
constante" (16).
    Finalmente, en 1846, en Inglaterra, se llegó a estandarizar el
diseño de los Cuadros de Logia mediante un "concurso", en el que
fueron seleccionados los diseños de John Harris, que ahora están en
uso en la mayor parte de las Logias anglosajonas.
    Pero poder determinar, en caso de que fuera posible, un origen
histórico y por consiguiente humano del uso de un determinado
símbolo significa siempre limitarse a un punto de vista bastante
exterior: si el Cuadro de Logia constituye en la Masonería
especulativa un símbolo de notable importancia "técnica", y si es
verdad que lo menos no puede dar origen a lo más, debe deducirse que
el verdadero origen, si así se puede decir, del Cuadro de Logia
consiste más bien en la búsqueda de una adaptación, realizada de
modo más o menos directo por la antigua Masonería operativa, de
símbolos preexistentes, a fin de llenar la laguna dejada en la
Masonería especulativa a causa de la ignorancia de los fundadores de
la Gran Logia Unida de Inglaterra.
    Teniendo en cuenta además las diferencias significativas que se
encuentran no sólo en el ritual, sino también en los Cuadros de
Logia de la Masonería continental con respecto a la anglosajona, como
la respectiva posición del Sol y de la Luna y la presencia en el
Cuadro de Logia de Aprendiz de la Masonería inglesa de tres "pilares"
en lugar de las dos "columnas", debe deducirse que tales adaptaciones se
han operado de acuerdo a diferentes modalidades en Francia y en
Inglaterra (17).
    En cuanto al depósito simbólico inherente al Cuadro de Logia,
puede pensarse que el Cuadro en su totalidad, o particularmente algunos
de los símbolos en él representados, como la Escuadra y el Compás
(18), constituían un sustituto del triángulo rectángulo de lados
3-4-5, apto para sacralizar el lugar de descenso de la influencia
espiritual.
    Así, pues, es posible vislumbrar en la posición central del
Cuadro de Logia una correspondencia con la posición y el papel central
del "Lugar del Templo", que era además considerado un lugar sagrado;
todavía puede reconocerse, en su cualidad de diseño o de símbolo
gráfico, una correspondencia con los planos de la construcción del
Templo de Salomón, que en una Logia operativa se conservaban en la
columna subterránea del "Lugar del Templo" y que en la apertura de los
trabajos eran retirados por un Maestro Pasado (Passed-Master) para ser
posiblemente dispuestos en el centro de la cámara de IV grado.
    Esta última consideración, que se refiere quizá al "prototipo"
más directo del Cuadro de Logia especulativo, conduce finalmente a
encarar el problema del trazado del Cuadro.
    Para comprender la importancia de este trazado, puede ser útil la
siguiente comparación: la lectura de un texto sagrado impreso tiene
seguramente el mismo efecto que la lectura del mismo texto manuscrito,
pero lo que de este modo se pierde es el efecto inherente a la
transcripción del texto sagrado.
    Análogamente, el uso de Cuadros de Logia impresos no impide la
eficacia ritual de los mismos, pero se pierde el significado simbólico
y ritual del propio trazado. Éste, que es competencia exclusiva de los
Maestros, constituye para el masón especulativo la única posibilidad
que le queda de "vivir" una de las principales funciones de los antiguos
Maestros operativos, es decir, la de trazar el plano de la
construcción; además, siendo el Cuadro de Logia un símbolo del
Cosmos, su trazado corresponde simbólicamente al propio proceso
cosmogónico, y esto subraya su importancia.

NOTAS:

1. En siete ilustraciones de Gabanon, que se remontan a 1745 y
reproducidas en el libro de G. H. Luquet titulado La Franc-MaÇonnerie
et l92État en France au XVIIIe siècle (ed. Vitiano, París, 1963),
en las que se representan distintos momentos de una reunión masónica
de la época, este aspecto es muy evidente.
2. La Grande Triade, cap. XXIII, nota 11.
3. Clement Stretton fue iniciado en una Logia operativa de Derbyshire,
en el condado de Leicester, en 1866, cuando era estudiante de
ingeniería, y obtuvo el VII grado en 1909; su correspondencia con John
Yarker durante los años 1908 y 1909, y las cartas dirigidas a la
redacción de la revista The Speculative Mason entre 1910 y 1915, fecha
de su muerte, constituyen una rica fuente de información sobre los
aspectos operativos y rituales de la Masonería operativa. Amplios
extractos de esta correspondencia han sido publicados en la revista The
Speculative Mason desde 1950 hasta 1955, y es de éstos de donde hemos
sacado la mayor parte de las informaciones referidas en este artículo.
4. Cf. René Guénon, Études sur la Franc-MaÇonnerie et le
Compagnonnage, tomo II, pp. 40 y 45, en nota [capítulo "Palabra
perdida y nombres sustitutivos", en
http://www.ctv.es/USERS/fmp/rgpalabr.htm], y Symboles Fondamentaux de la
Science Sacrée, cap. XVII, nota 10.
5. Cf. René Guénon, Symboles Fondamentaux de la Science Sacrée,
cap. XLVIII, nota 5.
6. Cf. René Guénon, Études sur la Franc-MaÇonnerie et le
Compagnonnage, tomo I, p. 261 [cf. el nº de The Speculative Mason de
julio de 1936].
7. Cf. René Guénon, Ibidem, tomo II, p. 18.
8. Cf. René Guénon, Ibidem, tomo II, p. 18.
9. Cf. René guénon, La Grande Triade, cap. XXV.
10. [Guénon añade en nota lo siguiente, que se ha omitido en el
artículo de Rovere: "Los Maestros son aquí los que poseen el
séptimo y último grado operativo, al cual primitivamente
pertenecía la leyenda de Hiram; ésta es por otra parte la razón de
que fuera desconocida por los Compañeros "aceptados" que por propia
iniciativa fundaron la Gran Logia de Inglaterra en 1717, y que
naturalmente no podían transmitir más de lo que ellos mismos
habían recibido"].
11. [ídem que la nota anterior: "La sílaba es el elemento realmente
fundamental de la palabra pronunciada; es de señalar, por lo demás,
que la propia "palabra sustitutiva", en sus diferentes formas, está
siempre compuesta por tres sílabas, enunciadas separadamente en su
pronunciación ritual"].
12. Cf. René Guénon, Études sur la Franc-MaÇonnerie et le
Compagnonnage, tomo II, pp. 45-46.
13. Cf. los artículos aparecidos en el número de julio de 1948 de la
revista The Speculative Mason, dedicados al Cuadro de logia y
reseñados por René Guénon en el número de enero-febrero de 1949
de la revista Études Traditionnelles.
14. A este respecto puede observarse que la expresión "plancha de
trazar" es la traducción exacta de la inglesa "tracing board", que se
diferencia muy poco, por lo demás, de la expresión "drawing board",
que designa un atributo característico del Maestro.
15. Según un antiguo ritual "especulativo", el candidato (sic)
ejecutaba sobre este trazado una marca simbólica, mientras era
instruido sobre el significado de los símbolos que encontraba (J. And
B., 1762).
16. Cf. René Guénon, Études sur la Franc-MaÇonnerie et le
Compagnonnage, tomo II, p. 161.
17. Cf. René Guénon, Ibidem, tomo I, p. 284, y tomo II, p. 162.
18. Según lo referido por Clement Stretton, en la antigua Masonería
operativa la escuadra y el compás pertenecían a dos "Divisiones"
bien distintas del oficio, hasta tal punto que si un masón de la
"escuadra" era descubierto manejando un compás era castigado con la
pena de muerte. Por otra parte, la introducción en la Masonería
especulativa de los dos instrumentos conjuntamente no puede sino
corresponder a una adaptación realizada por los operativos para llenar
una grave laguna "técnica", que fue preciso reparar con sustituciones
semejantes.



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