martes, 8 de agosto de 2017

La Trinidad cristiana (Abbé Henri Stéphane 1907-1985)

TRATADO I.2 La Trinidad cristiana

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo I, Dios uno y trino)

Este tratado, así como el siguiente subrayan las analogías, es decir las similitudes parciales, entre la doctrina cristiana de la Trinidad (católica u ortodoxa) y los diferentes “ternarios” que se encuentra en otras tradiciones. Las referencias dadas en las notas precisan las lecturas que han inspirado al abad Stéphane la redacción de este tratado. El lector podrá igualmente referirse al capítulo I de La Gran Triada de René Guénon: Ternario y Trinidad.

Las tres interpretaciones dadas por Frithjof Schoun relativas a la Trinidad corresponden a las tres ramas de la cruz, y por consiguiente a grados de realización diferentes 6. La primera

6 “ Para lo que es la negación -extrínseca y condicional- de la trinidad cristiana por el Corán es preciso tener en cuenta los matices siguientes: La Trinidad puede ser enfocada desde una perspectiva “vertical” y dos perspectivas “ horizontales”, suprema la una y no suprema la otra; la perspectiva “vertical” (Sobre-Ser, Ser, Existencia) contempla las hipóstasis “descendientes de la Unidad o de lo Absoluto, o de la Esencia si se quiere, por tanto los grados de la Realidad: la perspectiva “horizontal” suprema, corresponde al ternario vedantino Sat (Realidad sobreontológica) Chit (Consciencia Absoluta) Ananada (Beatitud infinita), es decir que enfoca la Trinidad en tanto que esta está escondida en la Unidad; la perspectiva “horizontal” no suprema por el contrario, sitúa la Unidad como una esencia escondida en la Trinidad, que es entonces ontológica y representa los tres aspectos o modos fundamentales del Ser puro, de donde el ternario  Ser-Sabiduría-Voluntad (Padre-Hijo-Espíritu). El concepto de una Trinidad en tanto que “despliegue” (tajallî) de la Unidad o de lo Absoluto no se opone en nada a la doctrina unitaria del Islam, lo que se opone aquí es únicamente la atribución de la absolutidad a la sola Trinidad ontológica , tal como la enfoca el exoterismo. Este último punto de vista no alcanza el Absoluto, hablando rigurosamente, lo que viene a decir que presta un carácter absoluto a lo relativo y que ignora mâyâ y los grados de realidad o de ilusión; no concibe la identidad metafísica - pero no “panteísta” - entre la manifestación y el Principio, ni con mayor razón la consecuencia que implica esta identidad desde el punto de vista del intelecto y del conocimiento liberador” F. Schuon Comprender el Islam p. 70-71. Trinidad, Encarnación, Redención. Se trata de la Trinidad sobre-ontológica y gnóstica, concebida sea en sentido “vertical” (jerarquía de las hipóstasis: Sobre-Ser, Ser, Existencia;Paramâtmâ, Íshvara, Buddhi), sea en sentido 'horizontal” (“aspectos” o 'modos” intrínsecos de la Esencia: Realidad, Sabiduría, Beatitud, Sat, Chit, Ananda) Ibid p.149, nota.


corresponde a la realización del   Ser total (Sobre- Ser, Ser, Existencia), la segundo a la de un grado de la existencia, la tercera a la realización de la integralidad del estado humano como tal (Ser- Sabiduría-Voluntad); ésta corresponde bastante exactamente a la teología cristiana que sólo se interesa por el estado humano. Bien no excluye las dos otras que es siempre posible alcanzar por transposición metafísica, pero está vinculada a una ontología y a una antropología particulares que se expresan por otra parte en un lenguaje apropiado y conforme al receptáculo humano destinado a recibir la Revelación cristiana.

Es efectivamente la filosofía de Aristóteles que, a través de santo Tomás de Aquino, resultó la más apta para expresar el Dogma cristiano, la “Deidad” del Maestro Eckhart y  la “Trinidad sobre-esencial “de san Dionisio superan el punto de vista ordinario de la  teología. Los conceptos utilizados se reducen prácticamente a poca cosa: naturaleza (llamada también esencia o substancia) e hipóstasis, potencia y acto, sustancia y accidente, materia y forma. Para lo que nos interesa actualmente, los dos primeros bastan. Así pues, Dios se concibe como una esencia que se despliega en tres Hipóstasis y cada Hipóstasis se concibe como una “Relación subsistente” distinta de las dos Relaciones restantes y que se identifican a la esencia divina por su carácter de “Subsistencia”: no es un accidente sobreañadido a la Esencia divina, sino está, si se puede decir, en la naturaleza de la Esencia divina, de abrirse en tres Relaciones subsistentes. Esta concepción del Divinidad es pues exclusiva de un Absoluto que superaría las tres Hipóstasis, y es por esta razón que los teólogos católicos no pueden concebir que un Hindú, por ejemplo, pueda alcanzar el Absoluto sin pasar por el “intermediario si se puede decir, de estas tres Hipóstasis y de su misión terrestre: el Cristo, la Iglesia, o de lo que los Ortodoxos llaman la economía del Hijo y la economía del Espíritu Santo 7.

 Ciertos consideran incluso que el Nirvâna budista es una vía sin salida “y la peor de las ilusiones 8. En el mismo orden de ideas, no pueden concebir otras formas de Revelación, no pudiéndose revelar Dios más que “como él es, es decir una Esencia en tres Personas
Es necesario enfocar  ahora otro aspecto de la Trinidad cristiana, el de las  “Procesiones”  divinas Este aspecto, más “dinámico “que el precedente, precisa por otro lado los relaciones mutuas de las Hipóstasis divinas y su carácter de “Relaciones subsistentes” ; permite igualmente comprender el modo de relación  “sobrenatural” que existe entre Dios y la humanidad, o entre las Hipóstasis divinas y las hipóstasis humanas, gracias a las procesiones divinas “ad extra” - o a las misiones divinas – que son la Encarnación del Verbo y la comunicación del Espíritu Santo. En un cierto sentido, la relación Creador-Criaturas es, en el clima cristiano, inconcebible fuera de Trinidad y de la Encarnación; es lo que opone la “filosofía cristiana” a la filosofía antigua. Un Absoluto “absolutamente absoluto” no pudiendo crear lo relativo, es preciso que exista un “relativamente absoluto “en el seno de lo de lo Absoluto, es la función de las tres Hipóstasis; toda la “filosofía cristiana” está así dominada por el Deus caritas est de san Juan. Pero la  metafísica tradicional resuelve la cuestión de una manera análoga  distinguiendo, en el Absoluto, entre el lnfinito  y la Posibilidad Universal, la cual se identifica  al  Deus caritas est o también al Bonum diffusivum sui de la filosofía platónica 9.

Estudiemos ahora la cuestión de las Procesiones divinas: el Padre engendra  al Hijo por modo de inteligencia o de conocimiento. Según la teología católica, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por modo de voluntad o amor “como de un

7. Ver la obra de V. LOSSKY, Ensayo sobre la teología mística de la Iglesia Cap. VII y VIII,
8. Desde la Revelación cristiana, enfocar  a Dios o querer alcanzarlo por otra vía, les parece una vuelta a la concepción antigua, de donde su hostilidad respecto a Platón y al neoplatonismo.
9. Ver el itinerario del espíritu hacia Dios, de S. BUENAVENTURA, Cap. VI: “Contemplación de la bienaventurada Trinidad en su nombre: el Bien,” el bien se define aquí como difusión dd sí.

Principio común “; el Espíritu Santo es el vínculo de alguna manera el amor común del Padre y del Hijo. Según los griegos, el Espíritu Santo procede del solo Padre, o a lo sumo del Padre por el Hijo. Esta manera de ver introduce una jerarquía “vertical” entre las tres Personas, haciendo hincapié en la Monarquía del Padre del que proceden las dos Personas restantes, la tercera procediendo por otro lado del primera por la segunda; esta perspectiva se acerca a la primera interpretación dada por F. Schuon (Sobre-Ser, Ser, Existencia). La diferencia entre las concepciones griegas y latinas se contempla por  los teólogos ortodoxos  como de la mayor importancia para la actitud espiritual correspondiente. La introducción de este “Principio común”, de donde procede el Espíritu Santo en los Latinos, parece a los griegos arbitrario: o bien este “Principio común” es una “vista del espíritu “y no tiene ninguna realidad, o se define - a la semejanza de una cuarta Hipóstasis - a la Esencia divina, lo que vuelve de nuevo sea a introducir indebidamente una cuarta Hipóstasis, sea a hacer proceder el Espíritu Santo de la Esencia divina, mientras que él procede del Padre. Eso puede parecer a primera vista de poca importancia, pero, según los ortodoxos, resulta en los latines una actitud espiritual “esencialista” (que los inclinaría hacia las concepciones antiguas), mientras que la actitud cristiana debe ser sobre todo “hipostática” 10, puesto que la acción del Espíritu Santo en el alma es conducirlo al Padre por el Hijo y no a la Esencia divina.

Estas sutilezas dialécticas parecerán inútiles a espíritus superficiales, pero muestran al contrario la importancia del papel desempeñado por las tres Hipóstasis en la economía de la vida espiritual; y si las perspectivas adoptadas no son las mismas para los griegos y para los latinos, es por la razón ya indicada, a saber, que la Revelación se adapta a los distintos receptáculos

10. Esta actitud es también la de algunas tendencias contemporáneas llamadas “personalismo cristiano” o “existencialismo cristiano” (Nédoncelle, G. Marcel). Pero la importancia excesiva concedida a la “persona humana “y “a la existencia concreta”, en oposición del mundo de las “esencias platónicas” y eso en el marco del pensamiento moderno desprovisto de principios metafísicas, tienden a hacer decaer estas doctrinas hasta un humanismo que no tiene de cristiano más que el nombre.
 
 
humanos que lo reciben y que, correlativamente, estos toman una actitud espiritual correspondiente a su estructura mental propia. Esta es la razón por la que debemos hacer hincapié  aún más en la cuestión de las Procesiones divinas, que orienta precisamente esta actitud.

El Padre no es el Padre más que en tanto engendra al Hijo, el Hijo no es Hijo más que en tanto es engendrado por el Padre, y así mismo el Padre y el Hijo sólo son lo que en tanto que ellos “espiran” el Espíritu Santo, y vice versa. Las Hipóstasis divinas son pues puras relaciones recíprocas, pero son relaciones “subsistentes “en el sentido de que es la Esencia  divina misma quien es el  objeto de estas relaciones. En otras palabras, la Hipóstasis del Padre  no es otra que la Esencia divina en tanto que ella engendra la Hipóstasis  del Hijo, y  vice versa; lo mismo ocurre con el Espíritu Santo . Este intercambio mutuo, esta “don total” de la Esencia  divina quei “circula” eternamente , y fuera por supuesto de toda condición limitativa -de existencia como el tiempo y el espacio, constituye un doble “movimiento” que va del Padre al Hijo, y de Padre y del Hijo al Santo-Espíritu (del Padre al Santo-Espíritu por el Hijo en la perspectiva griega), y que remonta del Espíritu Santo al  Padre  y al Hijo (o al Padre por el Hijo), Este doble movimiento “constituye lo que solemos llamar la “Circumincesion” de las tres Personas; es la Revelación de Dios a Sí mismo por Sí -mismo en la doble procesión de inteligencia y de amor del Hijo y del Espíritu Santo, y constituye la Gloria esencial de Dios. Según San Pablo, el Cristo (el Verbo) es la perfecta Imagen del Padre en el cual contempla su Esencia infinita y sus infinitas perfecciones; y el “fruto” de esta contemplación es la el “espiración “de amor del Espíritu Santo.
Insistamos  un poco en los diferentes  aspectos de esta Gloria. Ella es, hemos dicho, la Revelación esencial de Dios a sí mismo (tajalli) de donde proceden por modo de diferenciación sucesiva, en grados variados, las distintas formas de Revelación. Al nivel más elevado, es el Ser puro quien goza de la conciencia total de su Esencia (Sat-Chit-Ânanda: Aseidad, Conciencia absoluta,

11. “La radiación de su gloria, la imprenta de su sustancia “(Ép. a Hebreos, I, 3).

Beatitud; segunda interpretación de F,Schuon). Esta Gloria de Dios es también Belleza y Gracia, y, por lo tanto, es el Sacerdocio in divinis 12, ya que ninguna de las Hipóstasis guarda celosamente la posesión de la Esencia  divina para sí mismo, sino que ella hace el  “don  total” - el Sacrificio -a los dos otros, al  mismo tiempo que la recibe ellas. Es pues Pobreza, Plenitud, Bondad. Es la acción de Gracias por excelencia, por la cual las tres Personas “se rinden mutuamente gracia”; es la santidad del “Dios tres veces santo”: Sanctus, Sanctus, Sanctus. Es la liturgia suprema in divinis; es el canto eterno del Trisagion, de la triple acción de gracias in divinis.

Esta Gloria hasta es infinita como la Esencia misma del Ser puro a la cual se identifica y, por lo tanto, ella “irradia” y desborda sobre las posibilidades incluidas en el Ser. Ella Llama a la existencia las posibilidades de manifestación incluidas en principio en el Verbo (Prólogo de san Juan): Dios crea por Amor. Las creaciones in divinis, en su esencia o arquetipo eterno, son como los rayos internos de la Gloria esencial de Dios. Sobre el plan existencial, están como los rayos externos de esta Gloria; cuando salen del caos de las posibilidades para alcanzar la “superficie” de las aguas, empujan el “grito primordial”: ¡Alabado sea Yahvé! (Aleluya); es la invocación del Nombre Supremo 13.

A nivel de la liturgia celestial, son las miríadas de Ángeles, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos de la Apocalipsis quiénes cantan: “Gloria, honor, alabado sea nuestro Dios y el Cordero, por los siglos de los siglos “(Apoc.IV, 10). El Sacerdocio y el Sacrificio son pues un “Sacrificio esencialmente de alabanza “(Sacrificium laudis: Canon de la misa); “Hemos sido predestinados a ser conformes  a la imagen de su Hijo para ser una alabanza de gloria “(Éph. I, 12). En la liturgia terrestre, reflejo de la liturgia celestial y la liturgia suprema, el momento “escatologico” o “apocalíptico” de la Misa es la Prefacio: “gratias agamus… Sanctus, Sanctus, Sanctus” así como el final de Canon romano: “Per Ipsum y cum Ipso y in Ipso est

12, Es el Sacrificio arquetipo in divinis. Véase A.K. COOMARASWAMY, Hinduismo y Budismo, p. 29 s.
13. Véase L. SCHAYA, El Hombre y el Absoluto según la Cábala, Cap. VIII

Tibi Deo Patri…in unitate Spiritus Sancti, omnis honor et gloria14. En este sentido, la Eucaristía es esencialmente “la acción de gracias”, entendida no como una actitud psicológica de agradecimiento, sino como una participación “escatológica” en la Acción de Gracias Suprema, en el Sacerdocio y en el Sacrificio del Verbo in divinis; el alma humana así “asumida” entra en la “Circumincesión” de las tres Personas para participar eternamente en la Gloria eterna de Dios 15.

En el orden histórico de la Revelación cristiana, los dos momentos esenciales donde se actualizan aquí abajo las Procesiones divinas, son Navidad y Pentecostés: la Encarnación y la comunicación del Espíritu Santo. En la Encarnación, la Hipóstasis del Verbo se une a la naturaleza humana; en el Cristo, hay unión hipostática de las dos naturalezas divina y humana, pero no hay hipóstasis humana: es lo inverso del orden natural donde la naturaleza humana “se recibe” en una indeterminación de hipóstasis humanas. La naturaleza humana del Cristo es así asumida o transfigurada por la Hipóstasis del Verbo. Lejos de “cerrarse” sobre una individualidad humana, es siempre susceptible de integrar todas las hipóstasis humanas y de hacerlos entrar así en la Circumincesion de las tres Personas. En cuanto al comunicación del Espíritu Santo, transmuta el alma al nivel  de la “espiración” del soplo  característico de la tercera Hipóstasis: “El alma espira la  misma espiración de Amor que el Padre y el Hijo espiran en ella en esta transformación“(san Juan de la Cruz  Cantico Espiritual); en la “noche obscura”, las tres virtudes teologales purifican las tres potencias del alma y las refieren  a las “Tres Personas”: la fe purifica a la inteligencia y la conduce al Hijo que es Luz, la caridad purifica la voluntad y

14. “Por él, con él y en él, a ti Dios Padre, en la unidad del Santo. Espíritu, todo honor y toda gloria” (final del canon romano)
15. El Icono de Roublev representa excelentemente la  Circumincesión de las tres Personas: el círculo formado por el contorno de los tres Ángeles está “ animado “ de uno de los movimientos de los que hablamos: este movimiento  - el del retorno al Padre – parte del pie derecho del Ángel de la derecha (el Espíritu Santo) y acaba en el Ángel de izquierda (el Padre),pasando por el Ángel del medio (el Hijo), implicando con él el árbol y la roca ( el Universo), y la mesa cuadrad del centro con la copa , representa la Eucaristía  (véase Tratado V.6).
 

la conduce al Espíritu Santo que es Amor, en fin, la esperanza purifica la memoria, por el “recuerdo de Dios”, y lo conduce al Padre.  La acción del Espíritu Santo se manifiesta en último lugar en lo que algunos teólogos ortodoxos llaman la “maternidad hipostática “del Espíritu Santo : in divinis, el Espíritu Santo “revela” el Padre y el Hijo a ellos mismos; quoad nos, el Espíritu opera una revelación análoga: “Nadie puede pronunciar el nombre de Jesús si no es por el Espíritu “(1 Cor. XII,3); “No sabemos  lo que debemos pedir a Dios en nuestras oraciones , sino el propio Espíritu ruega por nosotros con gemidos inefables diciendo : Abba, Padre “(Rom. VIII, 26 y15).


Para concluir, diremos que la Santidad, lejos de reducirse a un voluntarismo moral, es esencialmente una participación en  la Santidad divina tal como aparece a través de todo lo que hemos dicho : participación ontológica, hipostática, escatológica en  la Gloria de Dios “tres veces Santo”; participación el alma humana divinizada por la  “espiracón” del Espíritu Santo que  revela el Padre y el Hijo, y en quien el Padre engendra eternamente el Hijo Único : “Cuando se invoca se es un Santo”(F. Schuon). 

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