miércoles, 16 de agosto de 2017

La mística de la Deidad en el maestro Eckhardt y San Dionisio el Aeropagita (Abbé Henri Stéphane 1907-1985 )

TRATADO  I.5  La mística de la Deidad en el maestro Eckhardt y San Dionisio el Aeropagita   

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo I, Dios uno y trino)



Este Tratado es uno del raros que llevan una fecha precisa. Se dirige a los “ésotéristas precipitados” que se imaginan demasiado fácilmente que el Cristianismo sólo tiene del Absoluto concepciones superficiales, o incluso infantiles. El abad Stéphane pone de manifiesto al contrario que el Cristianismo, esté en su expresión griega (san Dionisio el Areopagita), esté en su expresión latina (Maestro Eckhart), ha desarrollado sobre el Absoluto “absolutamente absoluto” consideraciones que coincide con las del advaita çankariano o del budismo mahâyanico. Es corriente oponer que san Dionisio  y el  Maestro Eckhart son casos aislados y que sólo tuvieron poca influencia sobre la vida real de la Iglesia. Conviene observar que san Dionisio es uno de los autores más citados, si no el más citado, por santo Tomás de Aquino, y que su influencia ha sido mayor aún en Occidente que en Oriente. En cuanto al Maestro Eckhart, su posteridad espiritual fue muy importante, y si el alcance de su oba estuvo obnubilado durante algunos siglos por una condena desgraciada, el descubrimiento y la publicación de las obras latinas da hoy día a este teólogo, que fue considerado en vida como el igual de Santo Tomás (magister actu regens), una importancia de primer orden.
El tema que nos proponemos tratar no entrar en absoluto en el estrecho cuadro de una discusión filosofía ordinaria. Lo que se propone aquí al lector es muy diferentes: se trata, a despecho de las imperfecciones, y, se podría decir, de la impotencia de la lengua humana en similar materia, de hacer “asentir” el misterio inexpresable e incomunicable que se disimula al mismo tiempo que “se revela” a través de una “dialéctica” especial empleada por estos dos maestros espirituales cuyo mérito fue precisamente intentar expresar lo inexpresable,
Por lo tanto, si surgen objeciones de carácter filosófico en el espíritu del lector durante este estudio, o en la lectura incluso del Maestro Eckhart, ella no será atribuida más que a la “limitación del punto de vista”. Precisamente, la dialéctica especial utilizada en la materia está destinada a ampliar “el horizonte mental” del lector más allá de todos los límites, de manera a permitirle sobrepasar definitivamente y superar las estrecheces inherentes a algunas opiniones particulares y limitados, e ipso facto, “de disolver”, más que “solucionar” algunas objeciones que, repitámoslo, no proceden más que de la limitación del punto de vista , y “desaparecen “tan pronto como una “intelección” más profunda de la cuestión, realizada precisamente con ayuda de una “dialéctica transcendental”, hace aparecer  la vanidad 32.
  32 A este respecto, se podrían elegir como ejemplo las distintas concepciones del Misterio trinitario, y mostrar cómo las divergencias de vista que resultan entre Griegos y Latinos proceden pura y simplemente de una limitación respectivo del punto de vista. Estas divergencias por otra parte, así como la antinomia inherente a la expresión del Misterio de la Triunidad divina, no pueden ser   precisamente “resueltas” más que recurriendo, por ejemplo, a consideraciones - no decimos “nociones” - como la “Gottheit” de Eckhart. Por eso extraña un poco que algunos autores, por una parte, partidarios “del apofatismo cristiano”, hacen prueba por otra parte respecto a la “Deidad” de una total incomprensión; (Cf V. LOSSKY, Ensayo  sobre la Teología mística de la Iglesia de 0riente, Cap. III).
Llevaremos especialmente nuestra atención sobre el Maestro Eckardt por la siguiente razón: si su método dialéctico se parece básicamente y en muchos aspectos a los de todos los maestros espirituales que han tratado el mismo tema – y haremos en su momento las aproximaciones que se imponen -  difiere sin embargo un tanto por la forma más paradójica aún que en autores como san Dionisio Areopagita, por ejemplo. Esta forma paradójica no es por otra parte propia del Maestro Eckhart, puesto que es la característica incluso del método dialéctico utilizado en la  materia, pero aparece más claramente en él que en otros, y es lo que seguramente dio lugar a algunos errores o a algunas inquietudes en sus comentaristas. El Maestro Eckhart, en efecto, no puede comprenderse más que a la luz de una “intelección transcendental” que sobrepasa todos los métodos “acabados” de la lógica ordinaria, o con la ayuda de una doctrina que no es de enseñanza corriente. No obstante, para evitar presentar al Maestro Eckhart como un “innovador”, importará, manteniendo en todo su originalidad en la “forma”, mostrar su acuerdo radical de la tierra con una Tradición reconocida y probada como la que se atribuye al “Pseudo Dionisio”, y es esto es lo que justifica el título del presente trabajo.
Tomaremos como texto básico uno de los sermones el más característicos del pensamiento del Maestro Eckhart, titulado “De la pobreza en espíritu “33.  El autor, después de haber mencionado rápidamente los distintos grados de “pobreza” emprende el desarrollo de lo que le parece ser lo más elevado. Critica  en primer lugar a la “gente “ que, en medio de las obras  de penitencia y los ejercicios exteriores, no hacen con todo más que mantener su ser  particular , luego precisa su pensamiento declarando: “Mientras que el hombre  tenga alguna cosa  hacia la que su voluntad se dirige – y aunque su voluntad es cumplir la voluntad querida de Dios - un tal hombre no tiene la pobreza de que se trata  aquí ... pues  para ser verdaderamente pobre, el hombre debe estar vacío de su voluntad creada que él era cuando no era aún. “Y he aquí uno de los pasajes donde la expresión paradójica del pensamiento del Maestro Eckhart aparece lo más netamente:
33 (Obras del Maestro Eckhart, éd. Petit,p. 136, éd. Gandillac, p. 255.
  “¡Cuando estaba aún en mi causa principal, no tenía Dios , me pertenecía a mí mismo! No quería nada, no deseaba nada, ya que era allí un ser sin determinación y me conocía a mí mismo en la verdad divina. Allí, me quería a mí mismo y no quería nada de otro: lo que quería lo era, y lo que era, lo quería. Aquí, me tenía vacío de Dios y de todas las cosas, pero cuando yo salí de esta libre voluntad que era la mía, y recibí una esencia creada, por allí tuve también un Dios. Pues antes de que las criaturas no fueran , Dios no era Dios:¡ él era  lo que era! Y, del mismo modo, cuando las criaturas devinieron y comenzaron su esencia creada, no estaba en sí mismo “Dios “pero en las criaturas era “Dios” … Es por eso que rogamos que nos sea dado ser libres de Dios: ¡tomemos la verdad y hagamos uso de nuestra eternidad! “
Este pasaje no es el único donde el Maestro Eckhart expone este género de consideraciones, pero es suficientemente representativo de todo su pensamiento para que podamos atenernos aquí por el momento, queda por señalar con ocasión de otros lugares que no harán más que confirmar y aclarar lo que se afirma aquí.
Se concibe, digámoslo inmediatamente, que un gran número de espíritus pueden desconcertarse por tal lenguaje, y que haya a este respeto precauciones a tomar en la exposición y el comentario de tal doctrina, ya que la enseñanza corriente no nos tiene habituados a estas consideraciones.
Añadamos en fin que la comprensión de tal discurso supone lo que el maestro Eckhart mismo declara al principio de su sermón: “Pues os lo digo por la Verdad Eterna: ¡a menos que no correspondáis a la verdad de la que hablamos en este momento, no estaréis en condiciones de comprenderme! “
El hombre verdaderamente “pobre”, dice el Maestro Eckhart, debe estar también vacío de su voluntad creada que era cuando no era aún. Esta sola frase - que se podría aproximar con  muchos pasajes del mismo autor – indica  que la  verdadera Pobreza se refiere a un estado superior a la existencia creada: en este estado trascendente, el ser humano “no era” nada de lo que debía devenir  “a continuación” en su esencia creada, las palabras “era” y “a continuación” se ponen por nosotros entrecomillas para indicar bien  que tomadas en préstamo al lenguaje del tiempo para designar lo que está “más allá del tiempo” son particularmente  impropias para designar lo que se trata , y deben ser  tomadas en un sentido puramente analógico. En este mismo estado también, Dios mismo no era Dios: “Ya que, dice Eckhart, antes de que las criaturas fueran , Dios no era Dios: ¡era lo que era! “Este estado, anterior a la existencia - y se trata por bien entendido, no de una anterioridad cronológica, sino de una anterioridad a la vez lógica y ontológica - este estado, lejos ser la nada”, constituye, al contrario, la Realidad Suprema, más allá de Dios y la Creación: “Cuando estaba aún en mi Causa primera, no tenía Dios, yo me pertenecían a mí mismo. “La “Causa primera” sirve aquí para designar este estado donde los “efectos” que se contienen eminentemente en la Causa, según el adagio escolástico, no han salido aun de la Causa; no hay aún ni Dios ni criaturas, y es para designar este estado trascendente de la Causa y sus efectos que el Maestro Eckhart empleará por otra parte la palabra “Deidad “- Allí, era un ser sin determinación y yo me conocía a mí mismo en la verdad divina. Este “Mí” del que es cuestión en estos diferentes pasajes no debe prestarse a ningún equívoco: no se trata de ninguna manera del “mi” creado, del ego individual, sometido a condiciones contingentes de la existencia. Se trata de un “Mi” trascendente, del que depende el “mi “creado, pero que, inversamente, no depende de él ninguna manera. Sería ciertamente preferible evitar esta palabra, para no llevar a creer que se trata de una clase de egoísmo transcendental, allí donde   se trata precisamente de la “más alta pobreza”. Es aquí donde el pensamiento eckhartiano alcanza, en la expresión, los límites de la paradoja, puesto que el autor parece ” ponerse” sobre Dios. Al contrario, este estado trascendente, descrito en términos paradójicos, está talmente sobre el “mi creado” e individual que está  incluso encima de Dios concebido en sus relaciones  con la creación: “Aquí, (en este estado trascendente) me tenía vacío de Dios y todas las cosas. Pero cuando salí de esta libre voluntad que era la mía y recibí mi esencia creada, por allí yo tuve también un Dios, “se ve pues aparecer la diferencia esencial entre Dios la Deidad.
¿Se objetará que no hay allí nada de nuevo, y que la teología el más elemental distingue claramente entre Dios concebido en sus relaciones con la creación y “Dios en sí” que no sería otro que la Deidad? Esta objeción no vale, pues la consideración filosófica ordinaria del  "Dios en Sí" independiente del mundo creado, por el simple hecho de que es enfocado  “en sí mismo” e independientemente del mundo creado, es aún una manera – y esto no aparece a una reflexión superficial - de ponerlo en relación. Aunque fuera  en relación de oposición, con lo creado, mientras que la  consideración eckhartiana de la “Deidad “nos pone más allá de toda  oposición, e incluso - y esto es de una importancia capital -de toda determinación y de toda determinación de “lo en sí”, En otros términos, “El Ser en si “ es ya una determinación , por lo tanto una limitación en algún grado, aunque fuera “la menos determinada” de todas  con relación a las limitaciones mucho más acentuada de las criaturas; pero más allá de este determinación  “primordial” “de “El Ser en sí”  hay lugar para La Indeterminación absoluta y total que el maestro Eckhart llama “Deidad”.
En verdad, lo que designa la palabra “Deidad “situándose más allá de toda determinación, está también más allá del Ser. En todo rigor, es estrictamente imposible hablar de ello ,toda proposición siendo la afirmación de alguna determinación, y a lo sumo se podría  hablar en términos negativos. Por ello, algunos autores designan por “No-Ser” lo que corresponde la “Deidad” eckhartiana. El inconveniente de esta palabra es debido a  que numerosos espíritus, incapaces por razones diversas de elevarse más allá  de la concepción del Ser, tienden a confundirlo con la “nada”, y algunos de entre ellos hacen prueba de  su incomprensión  asimilando la “Gottheit” de Eckhart a la “divinidad-nada” que atribuyen muy  arbitrariamente al neoplatonismo. Nos preguntamos verdaderamente lo que puede designar esta “divinidad-nada”, y si jamás ningún autor espiritual serio ha tenido a la vista lo que otros pretenden ver aquí través de su mentalidad limitada. Pero para prevenir semejante error, evitaremos el empleo de la palabra “No-Ser”, tanto más cuanto que lo que designa la “Deidad se sitúa aún más allá, si se puede decir, de la distinción de “Ser” y de “No-Ser”, abrazando a la vez el uno el otro, e igualmente más allá, conforme al tradición dionisiana de la que hablaremos más adelante, no solamente de toda afirmación sino y también de toda negación.
Reconozcamos que la dificultad es grande para expresar una tal “Realidad” y que la palabra “Deidad” misma guarda un contenido afirmativo, que finalmente, podría parecer que hace doble empleo con la palabra Dios misma; también se ve al Maestro Eckhart emplear en algunas de las frases paradójicas que señalamos, la palabra Dios para designar tanto a Dios, como a la “Deidad”, como en ésta: “Pues antes de que las criaturas fueran, Dios no era Dios”. “Se concibe, sin embargo, que tal proposición no pueda recibir un sentido más que si se hace una distinción entre las dos palabras “Dios” que ahí figuran; esta es la razón por la que es preferible designar la primera por la palabra “Deidad”. Sin embargo, como este última sirve para designar lo que se sitúa más allá de toda distinción y de toda determinación, sería preferible no emplearla en ninguna frase donde jugará necesariamente el papel de sujeto o atributo. Es por lo que, en definitiva, o bien es preciso abstenerse de hablar, o bien es preferible emplear una propuesta paradójica, como la que citamos, dejando aún al lector una posibilidad mayor de comprensión y de profundización. Es por este motivo que utilizamos el pasaje citado de Eckhart preferiblemente a otros donde “precisa “la diferencia entre Dios y la Deidad, mientras que realmente, la Deidad designa lo que está más allá de toda distinción. Vamos sin embargo a citar un tal pasaje, ya que conviene señalar algunas diferencias en razón de la naturaleza del entendimiento humano, aunque unos de los términos de la distinción escapan por esencia a toda diferencia.
  “ Dios no aparece más que cuando todas las criaturas lo enuncian . Cuando estaba aún en el Fondo y en el Lecho, en el  Arroyo y la Fuente de la Deidad, allí nadie me pide de donde voy, ni lo que hago . Allí, no hay nadie para interrogarme . Pero cuando yo salgo por emanación 34, todas las criaturas se ponen a decir : “Dios”, Si se me pregunta ; hermano Eckhardt ¿ Cuando has salido de la mansión? Yo estaba allí no hace más que  un instante. Todas las criaturas hablan pues de Dios. ¿Y por qué no hablas de la “Deidad”? Todo lo que está en la Deidad es Unidad 35, y no se puede decir nada. Dios opera, pero la Deidad no opera, por otra parte ella no tiene 
34 Esta palabra de resonancia “gnóstica” sería a evitar, la hemos guardado para respetar da traducción.
35 es decir “más allá de la multiplicidad”; pero, a decir verdad, la Deidad se sitúa más allá de la Unidad y la Multiplicidad.
ninguna obra que efectuar; no hay en absoluto operación en ella y jamás ha echado los ojos sobre una operación cualquiera. Dios y la Deidad difieren como la operación y la no-operación. Cuando vuelvo hacia Dios sin quedar ahí 36 y retorno a la Deidad, este “avance” es mucho más noble que mi salida. Cuando yo solo hago salir todas las criaturas de su razón de ser, a fin de que sean unidad en mí. Cuando llego al Fondo y al Lecho, al   Arroyo y la Fuente de la Deidad, nadie no me pide de dónde vengo, ni donde he estado. Allí, nadie se dio cuenta de mi ausencia , ya que allí “Dios” desaparece. ” 37.
Si este pasaje difiere de los precedentes en que marca netamente la diferencia entre Dios y la Deidad, y si confiere a esta última caracteres negativos, indica también no menos netamente lo que hay de “positivo” en este estado transcendental , y no se ve cómo algunos comentaristas han podido asimilar la Gottheit a un “divinidad-nada”. M. de Gandillac en su introducción a las obras del Maestro Eckhart 38 duda en reconocer en “la identidad de nada entre Dios el alma inteligente “algo de común con el “anonadamiento” del  Arco mental en el Abismo suprasubstancial. No queremos entrar en un debate sutil a este respecto, pero nos parece que la cuestión no ofrece ninguna dificultad.
Sea lo que sea, pensamos haber mostrado suficientemente que la dialéctica eckhartiana presenta la doble ventaja de utilizar, a semejanza de todos los maestros espirituales, lo que se ha convenido en llamar via negationis, vía que se acuerda en reconocer como la más adecuada para expresar lo Trascendente, y para mantener además todo lo que hay de “positivo” en esta “Realidad Suprema” designada por la palabra “Deidad “. La negación de toda determinación no siendo más que la negación de toda limitación, por tanto, de todas las negaciones, esta negación constituye en definitiva La Afirmación Absoluta por excelencia, o, si se prefiere la verdadera dialéctica trascendental que supera a la vez todo modo de afirmación y todo modo de negación. Es lo que expresa
36  Lo que indica un pasaje más allá del Ser
37 Ed. Gandillac p. 247
38 Maestro Eckhart “Tratados y Sermones, introducción por M. de Gandillac “ p.16
en particular San Alberto el Grande en la siguiente proposición: “Yo Digo: Dios es una esencia, pero inmediatamente y con más fuerza yo lo niego 39 diciendo: Dios no es una esencia … Dios es una esencia más allá de toda esencia. Procediendo así 40, mi inteligencia se establece en el Infinito y se ahoga ahí (Som. Théol. Tr. III, q. 13).
Nos queda por mostrar el perfecto acuerdo de lo que precede con la tradición dionisiana. En su introducción a las obras completas del Pseudodionisio, M.de Gandillac es perfectamente claro sobre este punto: “La verdadera Teología mística, dicho, está aún más allá de las negaciones progresivas… la cumbre de la Ascensión que conduce a lo sobre-esencial no sobrepasa solamente (presuponiéndolos al mismo tiempo de manera totalmente necesaria) las iniciaciones simbólicas y los ritos sagrados, sino el doble movimiento mismo de a catafasis y la apofasis. Ya que, en la Tiniebla donde solo penetró Moisés, todas las oposiciones son transcendidas ... Sólo los términos paradójicos pueden describir esta tiniebla luminosa y más que luminosa “(p. 35). Pasando a continuación a Juan Scoto Erigena, el autor escribe: “Es también un tema dionisiano (y neoplatónico)” como la distinción de lo lmparticipado y lo Participado, la Deidad insondable y Dios procesivo y providencial. El Tearquía del Corpus (o Principio sobre-esencial de la esencia divina misma) se llama en Erigena: naturaleza increada increante 42. Según la enseñanza del Teología mística, lo doble negación, que define así el Principio que está más allá de todo principio, es más prégnante que toda afirmación. Considerado como Causa universal, de una fecundidad  
39. Indicando así la preferencia concedida a la via negationis.
40. Lo que corresponde a la Deidad eckhartiana y ala Sobre-esencia dionisiana de la que vamos a hablar.
41. Aquí puede presentarse la objeción de panteísmo, que es igualmente posible también oponer al Maestro Eckhart; pero, para las inteligencias capaces de ascender a una determinada “intelección” de la Deidad y el No Ser, la objeción cae por sí misma. Nos contentaremos pues con decir: allí donde toda distinción - como la de Dios y la Creación – es superada, no hay más confusión posible; en otras palabras, no es más que sobre el plano del Ser que el panteísmo puede tomar nacimiento y, para el que puede “captar” lo que se quiere designar por “No Ser”, el panteísmo no tiene ningún sentido.
42. Es lo que corresponde a la Deidad.  
sin límite, Dios se llama naturaleza increada creante. En definitiva si bien  la doctrina es menos neta que en Dionisio, catafasis y apofasis son superadas por una teología “superlativa” donde el No Ser divino contiene en él todas las esencias  “sobre-esenciales” (p. 51), Citaremos en fin  estas líneas del mismo autor; “También en Eckhart y (según Baruzi) en San Juan de la Cruz… el despojamiento sucesivo de sentidos y de la inteligencia consigue al parecer  superar las fórmulas de la teología revelad en provecho de esta insondable Deidad que Dionisio llamaba  Hiperteos (más que Dios) y que es  a veces difícil, desde fuera al menos, discernir  en que la teopatia que ella ofrece a las almas verdaderamente desnudas difiere  de la de los Hindúes, de los griegos  y de los Musulmanes “(pp 56-57),
No añadiremos nada a los propósitos de M.. de Gandillac, que traducen  exactamente nuestro pensamiento sobre este punto. Nosotros nos contentaremos de ilustrarlos con algunas citas de Dionisio, prestadas por la traducción del mismo autor: “Así esta Tearquía sobre-esencial , situada más allá de la sustancia y el bien, que  ninguno de los que aman  la Verdad trascendente a toda verdad no se permiten alabarla como razón o como potencia, como vida o como esencia sino que la sitúa más bien  allí donde están excluidos toda manera de ser, todo movimiento , toda vida, toda opinión, toda expresión, toda razón, toda inteligencia, toda esencia, toda estabilidad, todo principio, toda unidad, todo límite, en una palabra todo lo que pertenezca al ser” “Ciertos nombres convienen pues en común a la entera Deidad… Es así que se puede llamarla toda entera, Más que buena, Más que Dios, sobre-esencial, Más que viva, más que sabia, y atribuirle generalmente todos los nombres que expresan una negación por trascendencia,” 43
Son numerosos los textos taoístas, por ejemplo -para limitarnos a estos- que expresan la misma doctrina:” No preguntéis si el Principio está esto o en aquello: está en todos los seres. Es por eso que se le dan los epítetos de grande, de supremo, de entero, de universal, de total… El que ha hecho que todos los seres fueran limitados es el mismo ilimitado,
43 Extracto de Los Nombres divinos I.5 y III.2 Trad Gandillac p.74 y p. 80
Infinito…¡ Oh Principio! Tu que das a todos los seres lo que les conviene, tu no has pretendido jamás ser llamado equitativo. Tú cuyos beneficios se extienden a todos los tiempos, tu no has pretendido jamás ser llamado caritativo.” 44
En cuanto a la cuestión de la “Participación en lo Imparticipado”, ella depende esencialmente de los distinto niveles u puntos de vista en el cual se coloca. Es cierto que la participación en el Ser o la Vida divina, no tienen propiamente hablando nada en común con la participación”  en la Deidad e en el No- Ser; aquí estando superada toda distinción, la palabra “participación” no se aplica más, no más que alguna otra. El estado que se trata  entonces constituye lo que Eckhart llama “la más alta pobreza” ;bastará referirse  a las citas que dimos. Añadiremos solamente lo que dice  Dionisio : “pero la imparticipabilidad de la Deidad, causa universal, trasciende  aún todos estas figuras ya que no está con ella ninguna clase de contacto, ni ninguna clase de comunidad, ni ninguna síntesis  entre ella y sus participantes” 45 “Si nombramos, por ejemplo, el Secreto sobre-esencial  o Dios o Vida, o también Esencia, Luz o Razón, nuestra inteligencia en este caso sólo capta estas potencias que descienden de El  hacia nosotros, para deificarnos,  esencializarnos, vivificarnos, sosegarnos. En su naturaleza íntima, este Secreto no se ofrece a nuestro impulso 46 más que por el abandono de toda operación intelectual, por la renuncia a toda captación intuitiva, a toda deificación 47, a toda vida, a toda esencia, ya que no conviene nada de todo eso exactamente a esta Causa plenamente separada de todos sus efectos 48 por su total transcendencia “
14/10/50.
44. TCHOANG-TZEU, Cap. VI, ( Ed. Wiegerp. 261).
45. Nombres divinos, II, 5. Trad. Gandillac, p.83.
46. Lo que indica la posibilidad de llegar a un estado superior al indicado en la frase precedente.
47. Cf. Eckhart: la renuncia a Dios  mismo.

48. Nombres divinos, II, 7. Trad. Gandillac, p.84. Durante un viaje en Alsacia, en octubre de 1988, el Pape Juan -Pablo  II recordó que “la enseñanza teológico de San Alberto el Grande y de sus discípulos, la profundidad mística del  Maestro  Eckhart y de Juan Tauler “ han ilustrado la ciudad de Estrasburgo. Es eso  una verdadera rehabilitación del Maestro Eckhart. Ver la Documentation catholique del 6 de noviembre de 1988

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